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Fingí Mi Muerte: La Venganza Es Mía romance Capítulo 19

—¡Hmpf! No importa quién seas, si te atreves a acercarte a Federico, te juro que no la vas a pasar nada bien.

Marisol murmuraba entre dientes, con el corazón lleno de rabia. Sus ojos, inyectados de rencor, no dejaban de imaginar mil y un escenarios posibles, mientras la ansiedad le iba carcomiendo el alma.

Si esa mujer fingió su muerte, seguro vino a vengarse, y ni a mí ni a mi hijo nos dejará en paz, pensó. Pero si, en realidad, solo se parece a Oriana… entonces se ha convertido en mi peor rival. Desde que esa mujer falleció, Federico ya no es el mismo conmigo, siempre arrepentido, distante, como si lamentara estar a mi lado.

No importa cuál sea la verdad, a esa tipa tengo que sacarla del camino, cueste lo que cueste…

...

Federico estaba a punto de preguntar algo más cuando, de pronto, la puerta del restaurante se abrió de golpe. Marisol entró hecha una furia, el ceño fruncido y la mirada ardiendo de celos.

Fue directo hasta la mesa, plantándose ante Federico y Esperanza, dejando claro que la rabia la dominaba.

—Federico, ¿se puede saber qué haces? ¿Te vienes a comer con otra mujer a mis espaldas? ¿Qué crees que soy yo para ti? —espetó Marisol, su voz cortante atravesó todo el restaurante y dejó a varios comensales con la boca abierta.

Esperanza, aunque por dentro se relamía de gusto, mantuvo la cara de inocente y con voz suave contestó:

—Señorita Ortiz, me parece que está malinterpretando las cosas. El señor Ibañez y yo solo estamos discutiendo un proyecto de trabajo.

Marisol ni siquiera se dignó a escuchar. Se giró de nuevo hacia Federico, sus ojos llenos de reproche.

—¿A poco los negocios se discuten en un restaurante tan romántico? ¿O será que todavía no olvidas a Oriana y por eso ves a esa mujer en todos lados? —le lanzó la acusación con tono venenoso.

Federico sintió que la situación se le salía de las manos. Tomó aire e intentó calmarla:

—Mari, no hagas esto, por favor. Te lo juro, solo estamos hablando de trabajo.

Pero Marisol no quería soltar el tema.

—¿Hablar de trabajo? Ustedes dos se ven como si estuvieran coqueteando. ¿Crees que no me doy cuenta? —dicho esto, estiró la mano para agarrar a Esperanza.

Esperanza se movió con destreza, esquivando el intento, y dejó ver una mueca burlona.

Esperanza sabía que en poco tiempo Marisol obtendría respuestas a sus sospechas, pero lo que estaba por venir sería aún más interesante.

Ya afuera del restaurante, Esperanza inhaló profundo, dejando que el aire fresco de la noche le despejara la mente. Una sonrisa retorcida se dibujó en sus labios.

—Federico, Marisol… sus días felices se acabaron —susurró, con los ojos brillando de determinación.

Mientras Marisol se consumía tratando de descifrar la verdad sobre Esperanza, esta última ya se había adelantado varios pasos.

Sin titubear, Esperanza decidió invertir en la nueva película donde Marisol era la protagonista, así, de manera natural, se integró al equipo de producción.

El set de grabación estaba lleno de luces intensas y el ir y venir de gente ocupada.

Esperanza, vestida con un traje ejecutivo sencillo pero elegante, caminó hacia el centro del bullicio con la seguridad de siempre, irradiando confianza.

En el instante en que Marisol la vio llegar, la expresión se le transformó; su mirada se llenó de desagrado y alerta.

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