El hombre a cargo del club se negó a arrodillarse.
-Tienes agallas, ¡eh!
El alborotador se rio fríamente, con un resplandor frío en sus ojos. De repente, pateó al hombre con fuerza en las rodillas.
¡CRAC! Ese fue el sonido de un hueso rompiéndose. El hombre a cargo del club aulló de dolor. Ya no se podía sostener de manera correcta y cayó sobre sus rodillas.
-Mira, terminaste arrodillado de todos modos, ¿no? Dime, ¿el círculo ilegal de Donghai está lleno de puros idiotas? ¡Olvídate de hacer negocios! ¡Dan pena! -El alborotador los miró con frialdad y se rio desdeñosamente. Extendió la mano y le dio unas fuertes palmaditas a la cara del hombre a cargo-. Está bien, te perdono, pero recuerda, no hagas negocios aquí porque no tienes permiso. Si te atreves a hacer negocios por acá, ¡volveré a destrozar tu lugar!
Luego tomó a sus hombres y se fue.
Todo el lugar era un desastre. Hubo muchos tacos de billar rotos porque los chicos se metieron en una pelea. Todos los hombres en el lugar estaban aullando de dolor en el suelo.
No había más clientes en la tienda. Todos se habían escapado cuando se dieron cuenta de la situación.
Para cuando el hermano Gou llegó al lugar, todos los alborotadores se habían ido y estaba tan enojado que casi volteó una mesa de billar.
-¡Maldita sea! ¡Incluso vinieron por mis hermanos!
El hermano Gou estaba enojado por haber llegado tan tarde. Pero, no podía hacer nada al respecto, sólo enviar a sus hermanos al hospital y que otros buscaran a esos alborotadores. Luego llamó a Jiang Ning porque le había instruido que le avisara en cuanto alguien llegara a causar problemas. Pero, claro, el hermano Gou no necesitaba a Jiang Ning para tratar personalmente con esos idiotas.
Jiang Ning llegó.
Después de mirar el billar vacío y de saber que los hombres heridos iban a estar bien, asintió.
—Jefe, estos imbéciles deben ser de Shengcheng — resopló el hermano Gou —. Todos saben que el hermano Yuming se fue de Donghai, así que inmediatamente vinieron a causar problemas.
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