Después de empacar sus cosas, Su Yun espero en la puerta.
Un Volkswagen se estacionó en la entrada y Su Hong salió del auto. Notó que Su Yun tenía una pequeña maleta consigo y no pudo evitar preguntarle
—Su Yun, ¿a dónde vas? ¿No tienes clases hoy?
—Tía, voy a visitar a Yuzhen.
Su Hong frunció el ceño
—¿Por qué vas a visitar a Yuzhen? ¿Tiene lugar para recibirte?
La casa de Su Mei sólo tenía dos habitaciones y Lin Yuzhen estaba casada. ¿Acaso Su Yun dormiría en el sillón?
—Puedo quedarme en un hotel —respondió Su Yun, con una expresión seria.
Tampoco quería molestar a su tía tercera. No le molestaba quedarse en un hotel.
Su Hong rio con desdén, y había un toque de celos en su rostro.
—Seguramente la directora Lin te conseguirá una habitación en un hotel cinco estrellas.
Volteó a ver a su madre.
—¿Su Yun irá a la central de autobuses?
Su madre contestó:
—No, Jiang Ning dijo que envió a alguien para recogerla.
No le agradaba esta cuñada en absoluto. Estaba bastante segura de que Su Hong vino para preguntarle a su madre una vez más por el brazalete, aquel brazalete de jade de cincuenta y seis mil dólares que Lin Yuzhen le dio a su abuela.
—Ja, ¿le crees solo porque lo dijo? —Su Hong resopló—. Olvídalo, después de que hable con mamá enviaré a Su Yun a la terminal de autobuses.
Justo mientras hablaban, se escuchó el claxon de un auto.
¡Piiiip, piiip!
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