La valentía del maestro Fu puso miedo en el corazón de todo mundo. Ese poderoso hombre que había controlado Shengcheng durante más de veinte años había mostrado cómo había logrado hacer eso.
Toda Shengcheng estaba bajo ataque y sólo era el principio. Nadie sabía cuánto duraría esta guerra. Por su parte, Donghai era segura. Nadie iba a ofender a Jiang Ning en este momento. Sería como pedir morir.
―Qué tragedia. Qué terrible tragedia.
Esa fue la conclusión del hermano Gou. Había visto muchas fotos y, aunque se había vuelto más fuerte mentalmente como resultado del entrenamiento de Jiang Ning, aún se le aceleraba el corazón al ver fotografías de lo que ocurría en Shengcheng. A menudo el nivel de crueldad que había en el círculo ilegal era más alto que lo que mucha gente podía imaginar.
―¿Tienes miedo? ―Jiang Ning lo miró―. Las batallas que ustedes pelearán en el futuro serán cien veces más aterradoras.
―No tengo miedo ―respondió el hermano Gou con seriedad después de respirar hondo.
Mientras estuvieran con Jiang Ning, no le temían a nada. Aunque se enfrentaran al enemigo más poderoso del mundo, no darían ni un paso atrás.
―Esta forma de vivir es lo suficientemente emocionante y también lo suficientemente varonil.
Ahora todos estaban muy decididos a proteger a Donghai y nunca la pondrían en peligro.
―Vuélvete más poderoso y entenderás lo que se siente hacer que el mundo entero se arrodille ante ti ―dijo Jiang Ning con calma.
Esa tranquilidad y esa increíble confianza en sí mismo hizo que el hermano Gou y los demás se motivaran aún más. Esto era lo que significaba ser un hombre.
―Gran jefe, ¿cree que el maestro Fu gane?
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