Lin Yuzhen estaba sorprendida. ¿Quién era esta mujer? ¿Por qué se puso a hablar sobre matar a alguien? ¿Quería matar a un vagabundo? ¿Un hombre que se había apoderado de la vida de Lin Yuzhen? ¿De qué estaba hablando? ¿Jiang Ning?
―Te hice una pregunta. ―Yang Xiao era mucho más alta que ella y la miraba con una expresión fría― ¿Dónde está ese indigente? Lo mataré por ti.
―¿Quién eres?
Lin Yuzhen no respondió a su pregunta y en su lugar le hizo una a ella. No sabía quién era esa mujer y definitivamente nunca permitiría que matara a Jiang Ning.
―No necesitas saber quién soy. Sólo tienes que decirme dónde está el indigente. Voy a matarlo.
Yang Xiao no quería perder tiempo hablando. Miró a Lin Yuzhen y comenzó a pensar que ese tipo de mujer llevaba una vida triste. Era débil, todos la fastidiaban y no se atrevía a defenderse.
―No puedes matarlo ―Lin Yuzhen sacudió la cabeza.
―¿Qué dices?
Yang Xiao entrecerró los ojos y su expresión comenzó a volverse desagradable. ¿Estaba ahí para defender a Lin Yuzhen pero ahora ella le estaba diciendo que no podía matar a un indigente que se aprovechaba de las mujeres? Dijo que lo mataría y lo iba a hacer.
―Es mi esposo, no puedes matarlo ―respondió Lin Yuzhen con seriedad.
Yang Xiao se quedó pasmada un momento y luego soltó una carcajada, como si hubiera vuelto loca.
―¿Tu esposo? ¿Tratas a un indigente que se apoderó de tu vida como tu esposo? ¡Vaya chiste! ―Le cambió la expresión―. Parece que de verdad eres inútil y demasiado débil. Al principio empaticé contigo pero parece que…
―¿Por qué necesito tu empatía?
Lin Yuzhen frunció el ceño y cada vez se confundía más. ¿Acaso esa mujer estaba loca? Lin Yuzhen retrocedió unos cuantos pasos para mantener distancia entre ella y Yang Xiao. Unos guardias de seguridad se dieron cuenta y de inmediato se interpusieron y le echaron una mirada amenazante a Yang Xiao.
―¡Ja, ja, ja! ¿Que no necesitas mi empatía? ¡No la mereces! Qué desgracia para las mujeres. Te han tratado como a un juguete y se aprovechado de ti pero de verdad lo aceptas como tu destino. ―El rostro de Yang Xiao estaba lleno de desdén y menosprecio―. Las mujeres como tú se merecen que les hagan eso. Parece que ese indigente vive bien, ¿eh?
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