Sun Ling volteó a verlo y entrecerró los ojos. No recordaba a Jiang Ning. En el evento, no pasó mucho tiempo para que Sun Ling se hubiera ligado a una gerente de otra compañía y, después de echarse miradas durante el té, se fueron a una habitación de hotel. No vio cuando Jiang Ning le dio una lección a Yang Luolin ni vio que lo había forzado a tragarse un pastel.
―¿Quién te crees? ―se burló Sun Ling―. Estoy hablando con la directora Lin, así que no te metas.
Groseramente apuntó a Jiang Ning con un dedo.
¡CRAAACK!
Jiang Ning estiró la mano para tomar ese dedo y con algo de fuerza se lo rompió.
―¡AAH!
Sun Ling no pensó que Jiang Ning haría eso ni esperaba que fuera tan agresivo. Aulló con tanta fuerza que se pudo oír hasta afuera del cuarto. Muchos clientes en el área principal de quedaron callados de repente porque creyeron haber escuchado un horrible grito. Pero como no escucharon nada después, siguieron comiendo y charlando.
―Ayyyy… ―Sun Ling se retorcía y el dolor hizo que su rostro palideciera. ―¡Tú! ¡Suéltame!
―Ahora sí que te dejé una fuerte impresión, ¿verdad?
Jiang Ning no le soltó el dedo. Lo empujó lentamente para que Sun Ling tuviera que agacharse más y más hasta que acabó de rodillas en el piso, de otro modo, se le habría partido el dedo.
POF.
Dio de rodillas en el suelo con un fuerte ruido seco y los clientes se quedaron en silencio una vez más mientras miraban hacia el cuarto de Jiang Ning.
―De la familia Sun, ¿verdad? Nosotros aceptamos la competencia abierta y justa por parte de otras compañías en la misma industria ―dijo Jiang Ning con tranquilidad mientras miraba a Sun Ling―. Pero si intentas jugar sucio, estaré más que feliz.
Jiang Ning volvió a su asiento y Sun Ling finalmente se levantó con las piernas temblorosas. Apretó los dientes mientras le lanzaba una mirada rabiosa a Jiang Ning y a Lin Yuzhen, pero no se atrevió a decir nada, así que salió de prisa mientras se tomaba el dedo. Cuando todos en el área principal vieron a alguien salir del cuarto agarrándose el dedo, supusieron que algo había ocurrido adentro.
―¿Viste eso? Tiene marcas en las rodillas, debió haberse arrodillado.
―Ay, por favor, sonó tan fuerte. ¿Creíste que estaba sordo? Claro que se arrodilló.
―Como dice el dicho: las rodillas de los hombres están hechas de oro y sólo se arrodillan ante Dios y ante su padre. El hombre de adentro debe ser su papá y acaba de darle una lección.
Sun Ling podía oír los murmullos de la gente y tenía el rostro enrojecido de coraje. Quería matar a alguien. Se dio vuelta bruscamente y los comensales se callaron y siguieron comiendo.
―Lin Yuzhen. Grupo Lin. ―Sun Ling apretó los dientes―. Voy a asegurarme de sacarlos de esta región.

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