Pudo haber sido una crisis terrible para el Grupo Lin, una mancha en su reputación que no podrían limpiar, pero Ye Qingwu tomó las riendas y usó sus propias acciones para disipar cualquier sospecha que los clientes tuvieran. Así, se resolvió la crisis y se convirtió en otra ronda de promoción que aumentó la confianza de los consumidores en el nuevo producto. Ye Qingwu uso su propia reputación para garantizar la del producto.
Lin Yuzhen tenía los ojos rojos y estaba conmovida. Cuando Jiang Ning y Ye Qingwu regresaron al auto, Lin Yuzhen corrió y la abrazó.
—Qingwu, ¿cómo podría pagarte este favor?
Ye Qingwu rio y le dio unas palmadas en la espalda a Lin Yuzhen. —Solo tienes que invitarme a una sesión en las aguas termales.
—¡Por supuesto!
Las dos engancharon sus brazos como si fueran hermanas de verdad. Jiang Ning no dijo nada. El asunto no había terminado. Hizo que el conductor las llevara de regreso al hotel mientras esperaba junto a la carretera. El auto de Huang Yuming llegó en poco tiempo y Jiang Ning se subió.
—Lo tengo. Claro que es Sun Ling— dijo Huang Yuming—. Estos hombres son poca cosa y siguen a Guo Sange, el sujeto al que golpeaste la última vez. Su objetivo es ensuciar la reputación del nuevo producto del Grupo Lin y hacer que los consumidores desconfíen de la empresa.
Él no esperaba que las acciones de Ye Qingwu convirtieran una crisis en una oportunidad para promocionar el producto. Probablemente a Sun Ling le daría un infarto cuando se enterara de lo ocurrido.
—Considerando que él juega sucio, no tengo razones para seguir siendo cortés.
Jiang Ning le había dicho a Sun Ling que no se quejaría si el Grupo Lin perdiera de manera justa ante él, pero si Sun Ling recurría a medios tan deshonestos, entonces ya no sería tan gentil.
—¿Necesita que le traiga a ese tipo? —preguntó Huang Yuming.
Jiang Ning no tendría que hacer nada. En Jianzhou, Huang Yuming sólo tenía que decir la palabra y nadie en el círculo ilegal aquí se atrevería a desafiarlo. No sería ningún problema capturar al tal Sun Ling.
—No, lo buscaré yo mismo— respondió Jiang Ning—. Vámonos.
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