―¿El Grupo Lin? ¡Ese Grupo Lin se está comportando con demasiada arrogancia!
―¡Se están buscando que acabemos con ellos! ¡Cómo se atreven a utilizar ese tipo de método con nosotros! Voy a bajarle los humos a ese hombre.
Todos empezaron a gritar de ira. Tenían el rostro enrojecido y su furia hacía que sus cuerpos temblaran de forma violenta.
¡Qué insulto! Ellos eran los que tenían siempre el control sobre estas empresas, las ponían contra el suelo y las pisoteaban, pero hoy eran ellos quienes se habían arrodillado y cumplido sus órdenes. Nadie podía soportar ese tipo de trato.
―Ese no es el problema más grave ―dijo Zhao Haifeng―. Ellos rompieron las reglas; así que, después de esto, de seguro alguien más querrá hacer lo mismo. Este Grupo Lin... ¡intenta acabar con las reglas de Jiebei!
―¡Deben ser castigados con severidad!
Los seis se miraron entre sí y no ocultaron la frialdad en sus ojos. «¡Venganza!». Tenían que vengarse. Ya no se trataba solo de sentir vergüenza. Habían desafiado las reglas de Jiebei, por lo que estaban desafiando también la autoridad de las seis poderosas familias. Si no acababan con el Grupo Lin, los demás no los tendrían en cuenta y no los respetarían como antes.
―Como ninguna de nuestras familias sabe lo que sucedió, ¡no debemos contárselo a nadie! ―Se notaba la mirada fría de Zhao Haifeng a través de sus gafas rotas―. ¡Si alguien de nuestras familias se entera de esto, estamos perdidos!
―Si acabamos con el Grupo Lin antes de que se enteren nuestras familias y convertimos ese formulario en un papel inservible, no tendremos de qué preocuparnos.
―¡Eso es, recuperemos ese documento y acabemos con ellos!
Pronto llegaron a un acuerdo. Jiang Ning los había obligado a aprobar los trámites, por lo que el proceso se consideraba completo y sin problemas. Ellos no podían recuperarlo de forma legal ni invalidarlo. Por el contrario, eso solo pondría en evidencia lo ocurrido hacía unos momentos. Si los jefes de las seis poderosas familias se enteraban, estaban perdidos.
Ninguno de los seis se atrevió a dudar. Sabían muy bien que por culpa de ellos se habían roto las reglas y sabían qué les ocurriría si alguien de las familias se enteraba. Sería apenas un castigo leve que los enviaran a alguna montaña del noroeste a buscar carbón.
Se pusieron de acuerdo y tomaron una decisión. Llamaron a todos los jefes del círculo ilegal de Jiebei y les dijeron qué hacer.


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