Jiang Ning asintió y llevó a Lin Wen al balcón. El viento se llevaba el humo del cigarro, así que encendió uno para él. Los dos permanecieron callados unos momentos antes de que Lin Wen rompiera el silencio.
-Me di cuenta demasiado tarde.
Ya casi se había terminado su cigarrillo. Jiang Ning no dijo nada. Sólo sacó otro y se lo pasó a Lin Wen.
—No, no es demasiado tarde.
Después de que Lin Wu había ido a llevarles problemas, Lin Wen había despertado por completo y había trazado la línea entre él y los Lin. Ahora, sólo tenía una familia. Su Mei y Lin Yuzhen eran su única familia.
-Quiero hacer feliz a tu mamá, pero le he quedado a deber mucho todos estos años. —Lin Wen inhaló profundamente y se le pusieron los ojos rojos—, Y a Yuzhen también. Le debo tanto.
-Pues, tienes que compensarlas -respondió Jiang Ning-, Parte de lo de Yuzhen es mi responsabilidad, pero no discutiré sobre lo de mamá. Eso es asunto tuyo.
Intercambiaron miradas.
—Gracias, Jiang Ning —asintió Lin Wen.
Si él no hubiera aparecido, seguiría viviendo en la confusión, Lin Xiao seguiría amenazándolo y aún sería débil e impotente. Habría permitido que su esposa e hija sufrieran la humillación y el desprecio junto con él. Pero había despertado. Ahora estaba más determinado y decidido sobre lo que quería hacer.
-El próximo mes vendrá el doctor a Donghai. -Jiang Ning cambió el tema y dijo eso de la nada.
Lin Wen no podía evitar sentirse emocionado cuando escuchó eso. Sabía que Jiang Ning se refería al doctor que podía curar sus piernas.
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