Adam miró el reloj a l terminar la conversación con Fabiana.
—De acuerdo, terminamos aquí y tengo que volver a la empresa. Regresa ya, Vanesita parece estar durmiendo, pero va a despertarse pronto.
Asintió Adam y se fue.
Fabiana se paró en la puerta y miró hacia la sala de estar donde se podía ver vagamente las sombras de Stefano y Santiago.
Respiró profundamente y entró.
Santiago se había cambiado de ropa, no era la misma en la que fue a la tienda.
Era obviamente una bata de casa.
Cuando vio entrar a Fabiana, Santiago sonrió un poco.
—Vanesita debería despertarse pronto, espera un momento.
—Vale—asintió Fabiana, se acercó y se sentó disciplinadamente en una esquina del sofá.
—¿Qué le pasa a Vanesita? ¿No se siente bien? —Stefano miró hacia la escalera.
—Tal vez sea por el estrés, ha estado demasiado cansada últimamente. Aunque no sufre de ninguna enfermedad grave, está tan delgada y débil y su cuerpo no podrá soportar más a largo plazo —exhaló Santiago.
—Sí está demasiado delgada y necesita comer más—asintió Stefano y miró a Santiago—¿Has estado aquí todo el tiempo?
—Sí, porque me preocupa —Santiago asintió y se recostó en el sofá.
La presencia de Santiago tranquilizaba un poco a Stefano, pero sintió que algo no estaba bien al pensar en Erick.
Miró fijamente a Santiago por un momento y preguntó con vacilación.
—¿No te afecta gastar tanto tiempo cuidando a Vanesita?
La pregunta sutil provocó la risa de Santiago.
—No me afecta nada. Ella y yo estamos solteros y no saldrá nada más que pocos chismes —antes de que Stefano dijera algo Santiago añadió inmediatamente—. Además, antes estábamos casados y teníamos mucho afecto y cariño, así que es normal si realmente sucede algo.
Vanesa se encontraba en la escalera del primer piso escuchando esa última declaración descarada de Santiago y solo quería pegarlo en la cara.
«¿Teníamos mucho afecto y cariño? ¿Cómo se atreve a decirlo? ¿Ha olvidado cómo me trataba?»
Fabiana se dio cuenta de la presencia de Vanesa y se levantó para saludarla.
Vanesa durmió bien esa vez y bajó de la escalera.
—Ya están todos.
—¿Qué te pasa, no te encuentras bien? —Fabiana frunció los labios.
—Bien, ahora estoy mucho mejor—Vanesa respondió tras pensar por un momento.
Stefano, se acercó y tocó la frente de Vanesa.
—Deberías decirlo antes si no te sientes bien, no puedes ignorar los problemas de salud.
Asintió Vanesa y recordó el informe del reconocimiento médico al echar un vistazo a Santiago. Se quedó sin palabras.
—¿Por qué no comemos juntos aquí esta noche? —sugirió Santiago mirando a todos.
Stefano se alegró mucho y lo apoyó.
—De acuerdo, me gusta estar acompañado por más gente, entonces voy a hacer compras. ¿Qué os parece la fondue para esta noche?
—Vale —asintió Vanesa.
Con solo oír esas palabras sintió que podía oler la fondue y empezaba a babear.
Fabiana también estaba de acuerdo.
Pero no quedaban suficientes ingredientes en casa, así que Vanesa dijo:
—Voy al supermercado a comprar algo y me esperad en casa.
—Iré contigo —respondió Santiago inmediatamente.
—Yo también —dijo Fabiana.
Stefano no podía esperar solo sin hacer nada.
—Pues yo también iré, no está bien que me quede aquí si todos se van.
Entonces los cuatro iban juntos.
Vanesa se cambió los zapatos y todos salieron de casa.
El supermercado no estaba muy lejos, así que podían ir andando.
Santiago caminó junto a Vanesa y le preguntó:
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