Vanesa se encargó de preparar el queso, siempre había sido una buena cocinera y el aroma desprendido hizo a los demás babear.
Fabiana se sentó en el sofá y observaba a las tres personas en la cocina.
Aunque quería ayudarlas no podía entrar porque los dos hombres ni siquiera la necesitaban. Se sintió un poco incómoda y eso le molestaba mucho. Salió del salón un rato después y se quedó en el patio.
—Lavad las verduras y las poned en los platos, luego podéis servirlas al comedor—Vanesa dio instrucciones a los dos hombres tras preparar el queso y salió de la cocina hacia el patio.
Se acercó a Fabiana.
—¿Qué pasa? ¿Estás demasiado cansada por trabajar sola en la tienda? Vamos, dé un respiro mañana y descansa un poco.
—Nada, no estoy cansada—Fabiana sacudió la cabeza y suspiró— ¿Listo ya? Quería entrar y ayudarte pero no pude.
—Nunca han sido tan trabajadores los dos, si ahora quieren trabajar que lo hagan —sonrió Vanesa.
—Veo que Santiago te trata muy bien —Fabiana se dio la vuelta y miró hacia la cocina.
—¿En serio? Antes no era así —Vanesa no lo creía y acarició el vientre.
—¿También trata muy bien a tus amigos? —sonrió Fabiana.
Vanesa nunca había pensado en eso, ya que no tenía muchos amigos. Tampoco había visto que a Santiago le preocupaban las personas relacionadas con ella.
Pero luego lo pensó por un rato y dijo:
—Supongo que sí, de todos modos es bastante amable con los demás.
—Ya veo —sonrió Fabiana.
Stefano llamó a las dos para cenar y Vanesa ya tenía mucha hambre con tantas preparaciones.
—Vamos, charlaremos mientras cenamos —Vanesa tomó el brazo de Fabiana y la dirigió al comedor.
—¡La fondue con cerveza! Pocas veces había tanta gente aquí como un día tan feliz y alegre de hoy, ¿por qué no tomamos algo? —Stefano había visitado aquí una vez y sacó la cerveza quedada que había traído y pasó a Vanesa una pequeña botella.
—No me siento muy bien hoy, no la quiero —Vanesa la miró fijamente y sacudió la cabeza.
—No la bebas, apenas te has recuperado un poco, déjala ya —Santiago levantó una mano y tomó la botella.
—De acuerdo, déjala ya —también asintió Stefano después de pensarlo un poco extendió la botella hacia Fabiana—. ¿Y tú?
—Yo sí. Ha sido sensacional que todos estemos aquí —Fabiana tomó la botella.
—Un trago será suficiente. No bebas demasiado, te sentirás mal mañana—Vanesa se acercó a Fabiana sin pensar mucho en eso.
—Vale —Fabiana mordió el labio.
Con la presencia de Stefano nunca desaparecería el entusiasmo y mencionó directamente lo de Elisa.
La chica a la que pegó Elisa con un bate de béisbol fue la novia del hombre con el que había salido al principio.
Se encontraron a mitad de camino, luego empezaron a pelear y después se chocaron. Eso no importó nada. Pero después Elisa empezó a golpearla con algo y eso supuso el provocar lesión intencional.
Lo que Elisa pensó fue muy simple. Más tarde Estela quería arreglarlo con dinero y sí fue bastante generosa pero la chica no aceptó nada.
Nacida en una familia adinerada la chica no necesitaba el dinero de Estela. La ira en el corazón sumando los viejos rencores que existían entre las dos hizo a la chica querer que Elisa quedara con un antecedente penal.
Cuando estaba recuperándose en el hospital rechazaba las frecuentes visitas de Estela e incluso llamó a la policía la última vez.
Así que iba a llevar eso a juicio absolutamente.
—Voy a ver cuál será el veredicto final. Elisa siempre ha sido una chica arrogante y no está mal que esté en la cárcel por unos meses —Stefano se alegraba mucho.
Vanesa solo se enfocaba en la comida sin prestar ninguna atención a lo que dijo.
No tenía mucho apetito últimamente así que no comía mucho. Por fin encontró algo que le gustaba y empezó a tomarlo sin temor.
—Podía conseguir la reducción de pena si lo manipula —Santiago dijo a Stefano mientras servía platos a Vanesa.
—Entonces yo también lo manipulo, claro que todo el mundo lo sabe —dijo Stefano tras la reflexión.
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