La Cenicienta Guerrera romance Capítulo 106

Javier se quedó completamente pasmado.

Así que, después de tantos días buscando a la persona que le salvó la vida al doctor Delgado... ¡era Úrsula!

¡No podía ser!

¡Eso sí que nadie lo esperaba!

Inés asintió levemente, con una expresión tranquila.

Incluso la propia Úrsula parecía sorprendida por la noticia.

—Señorita Méndez, señor Hernández, por favor, acompáñenme a la oficina de mi madre —Ricardo iba delante, haciendo un gesto muy respetuoso con la mano para guiarlos.

Úrsula y Javier siguieron a Ricardo, aún procesando lo que acababan de descubrir.

No tardaron en llegar al área donde se encontraba el instituto.

Mientras tanto, Emilia estaba a punto de ir con Victoria para contarle cómo había sacado a Úrsula y Javier del lugar. Apenas salió al pasillo, vio a Úrsula y Javier entrando de nuevo al instituto.

Como Inés y Ricardo caminaban delante, y por la posición de los muebles, Emilia no los vio; solo alcanzó a distinguir a Úrsula y Javier caminando juntos.

Emilia arrugó la frente, molesta.

—Vaya, sí que les falta vergüenza a estos dos —pensó, llena de fastidio—. Ya les dejé claro que no podían estar aquí, ¿por qué siguen insistiendo? ¿Se creen muy importantes o qué?

Emilia soltó un bufido de impaciencia y se les plantó enfrente, bloqueándoles el paso.

—Javier, Úrsula, he visto a gente sin vergüenza, pero ustedes dos se llevan el premio. Ya les dije clarito que no tienen derecho a estar aquí. ¡Lárguense de una vez!

—¿A quién crees que le estás hablando así?

Una voz inesperada cortó el aire como un relámpago.

Sonaba tan familiar que a Emilia se le heló la sangre.

Se giró lentamente... y se topó de frente con Inés.

Pero no era la Inés amable de siempre; era Inés con el ceño fruncido y la mirada encendida por la rabia.

A Emilia se le borró el color del rostro y se quedó congelada. No podía creerlo, justo la habían atrapado en pleno abuso de autoridad.

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