Selena estaba a punto de morir.
Si ella contactaba a Úrsula ahora y le pedía que cuidara bien de la familia Robles en el futuro, Úrsula seguramente aceptaría.
Paco miró al señor y la señora Robles y creyó entender la situación.
Pero él era solo un espectador y no podía decir mucho, así que asintió.
—Está bien, entendido.
Cuando Paco se fue, la señora Robles suspiró.
—Antonio, ¿crees que Selena acepte nuestras condiciones?
El señor Robles entrecerró los ojos.
—Si tantas ganas tiene de vernos, seguro aceptará.
Ahora solo quedaba esperar a que Paco regresara a buscarlos.
La señora Robles juntó las manos en oración.
—Que la Virgen María nos ampare, que esa malagradecida recapacite pronto y contacte a la señora Méndez. ¡Que nuestro Carlos tenga un buen respaldo!
Paco volvió a la prisión.
En ese momento, faltaban menos de dos días para la ejecución de Selena.
Al escuchar el mensaje de Paco, una sonrisa llena de sarcasmo apareció en los labios de Selena.
—Debí haberlo imaginado. Ya que no quieren verme, que así sea.
A estas alturas, ¿por qué seguía esperando algo de ellos?
Paco miró a Selena.
—¿Hay... hay algo más en lo que pueda ayudarte? —se sentía un poco culpable por no haber podido ayudarla esta vez.
—¿Podrías contactar a una amiga mía y darle un mensaje?
—Claro —asintió Paco—. ¿Recuerdas su número?
—Sí, se apellida Méndez, fue mi mejor amiga —dijo Selena mientras le dictaba el número a Paco. Luego añadió—: Dile que, si tiene tiempo, recuerde ir a ver nuestra granja. Dentro de poco, la caña de azúcar que plantamos debería estar lista.
»Y también, que extraño a Bea.
—¿Eso es todo? —preguntó Paco.
—Sí —asintió Selena.
Justo cuando Paco iba a darse la vuelta para irse, ella habló de nuevo.
—Y también...
—¿Qué más? —Paco se detuvo y miró a Selena.
Selena negó con la cabeza, como si quisiera decir algo pero se arrepintiera.
—Nada más.
Paco dijo:
—Entonces me retiro.
Selena asintió sonriendo.
En realidad...

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