La Doctora Maravilla romance Capítulo 139

—Quiero decir, como amigos, ¡por supuesto! En nuestra amistad, ¡yo soy el que manda! —Benjamín se apresuró a explicar.

—Esta vez no. Si no me dejas hacer lo que quiero, voy a hacer un berrinche —dijo Emma.

Benjamín suspiró.

«Bueno, me alegro de que esté de buen humor otra vez».

—De acuerdo entonces, pero tienes que cuidarte mucho. No quiero que te hagas daño.

—Lo sé. No te preocupes. —Emma le palmeó el hombro—. Tengo tres hijos en casa. ¡No arriesgaré mi vida!

Benjamín habló con el director antes de volver a su oficina.

—Te recogeré cuando termines, Emma —dijo Benjamín a través de la ventanilla del auto.

Emma se despidió, luciendo galante en su armadura de caballero.

—Sí, ¡hasta luego!

Hizo un buen trabajo y el rodaje terminó antes de lo previsto. El director le informó al equipo y Emma se despidió de él.

—Volverás mañana, ¿verdad? Hablaremos de tus tarifas por hora —dijo el director.

«¿A mí también me van a pagar?».

Emma no había considerado eso. Solo lo hacía por diversión. También se dio cuenta de que llevaba tres horas sin pensar en Abel.

—Por supuesto. ¡Volveré mañana! —Emma se despidió con entusiasmo del director.

Después de salir de la oficina del director, se dio cuenta de que llovía a cántaros. Emma buscó refugio en la entrada del «hotel» e iba a llamar a Benjamín.

—¡Emma!

Un auto se detuvo frente al «hotel». La ventanilla bajó y se asomó una cabeza.

—¡Entra! ¡Te llevaré!

Se trataba de Adrián. Emma se sorprendió. Era la primera vez que Emma lo veía desde que le quitó la virilidad. De repente, sintió vergüenza de sí misma. Podría haber revertido con facilidad los problemas de Adrián, pero pensó que tenía que acabar con su hábito. Después de todo, era el padre de los trillizos y ella no quería que su padre fuera un vividor.

—¿Adrián? ¿Por qué estás aquí?

Emma quería ir al auto, pero la lluvia era demasiado fuerte. Adrián salió del auto con un paraguas y se acercó a Emma.

—Mi compañía tiene un rodaje aquí. Estaba revisando el progreso —dijo Adrián mientras se sacudía las gotas de agua de lluvia de los pantalones.

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