Entrar Via

La Doctora Maravilla romance Capítulo 147

Emma puso los ojos en blanco.

—¿Por qué debería importarte?

—Lo siento, no debí haberme enfadado contigo antes —dijo Abel en voz baja.

Emma no respondió. Se agachó y siguió ordenando los juguetes de los niños que había en el suelo.

—Déjame hacerlo a mí. Deberías descansar un rato —dijo Abel.

Emma siguió ignorándolo, aunque un pensamiento surgió en su cabeza.

«La habitación está desordenada, pero ¿por qué los aperitivos de la mesa están tan bien colocados? Es como si los niños los hubieran puesto ahí de manera deliberada, en caso de emergencia. Además, el sistema de seguridad de la mansión es muy avanzado. ¿Por qué iba a estropearse de repente? ¿Podrían estar los trillizos detrás de esto?».

Media hora después, la puerta seguía cerrada. Abel volvió a llamar a Lucas.

—¿Está arreglado?

Lucas sonaba frustrado.

—No. El técnico pensó que el problema se arreglaría solo después de un reinicio, ¡pero no parece ser el caso!

—¿Qué demonios está pasando? —Abel empezaba a sonar molesto—. ¿No puede arreglarlo?

—¡Pregúntale cuánto tardará!

—Hmm

Lucas tapó el móvil y le preguntó al técnico, que estaba ocupado en su trabajo.

El técnico estaba muy nervioso.

—Tendré que reinstalar todo el sistema y reiniciarlo. Tardaré al menos otras doce horas.

«¡Doce horas!».

Lucas se sorprendió. Se preparó antes de decírselo a Abel.

—¿Doce horas? —Abel sentía que la cabeza le daba vueltas.

«¿Voy a quedarme en esta habitación las próximas doce horas? Todavía tengo que trabajar».

—¡Argh! ¡Esto es ridículo! —Abel tiró su móvil sobre la cama.

—¿Doce horas? —El rostro de Emma palideció al escuchar eso.

¡No quería estar tanto tiempo en la misma habitación con Abel! Podía adivinar que Luna estaba detrás de la avería, pero no se lo dijo a Abel. Luna era un maestro de la informática y Astro debía de estar detrás de los aperitivos tan bien arreglados. Astro era así de maniático de la limpieza.

Lo meditó por un momento antes de enviarle un mensaje a Luna.

«¿Esto es obra tuya?».

Benjamín guardó silencio durante unos segundos.

«Tienes un paraguas y un auto. La lluvia no debería detenerte, ¿verdad?».

—¡Iré a ayudarte, Emma! —exclamó Benjamín.

—No hay necesidad de eso —dijo Emma con calma—. Los niños están bien, pero… yo estoy atrapada en la habitación. Algo anda mal con el sistema de seguridad y no puedo salir.

—¿No quieres que vaya a ayudarte? —preguntó Benjamín.

Emma le lanzó una mirada a Abel.

—No.

—Lo entiendo —dijo Benjamín—. El Señor Rivera debe estar allí. De acuerdo, llámame si necesitas algo.

—Está bien. —Asintió Emma y colgó.

—¡No está nada mal! Parece que están progresando muy bien. Ya te llama «Emma» —dijo Abel.

Emma fulminó a Abel con la mirada.

—¿Qué estás insinuando?

—Tch, tch. Nada. Solo decía.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Doctora Maravilla