La Doctora Maravilla romance Capítulo 155

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—No importa que sea, odio a Emma a muerte, ¡así que ve a buscarla y regáñala!

Por un momento, Alondra se quedó muda. Entonces Alondra pensó para sí:

«Ahora voy a ver a Emma, pero no para regañarla».

—Teniendo en cuenta su estrecha relación con Benjamín y el hecho de que los negocios de la Familia Linares dependen de ella, ¿cree que sería conveniente que le diera una reprimenda?

—Claro —respondió Alondra con indiferencia—. Puedo ayudarte a descargar tu ira, dependiendo de las circunstancias.

—Gracias por tomarte tantas molestias por mí, tía Alondra.

—¿Por qué eres tan formal conmigo? No somos extraños.

—Cuando me convierta en la Señora Familia Rivera, sin duda te trataré bien, tía Alondra.

—Eso seguro —dijo Alondra con una sonrisa—. He hecho mucho por ayudarte.

—Ten por seguro, tía Alondra, que lo recordaré.

—Vale, entonces creo que ahora cuelgo.

—Adiós, tía Alondra.

Alana por fin se sintió mejor después de terminar la llamada.

«Esto aún no ha terminado, Emma. Espera y verás».

Mientras tanto, Samanta dijo en la cafetería:

—Señorita Linares, no volvió en toda la noche y estábamos muy preocupados.

—Así es. ¿Cómo se lo explicaríamos al Maestro Adelmar si le pasara algo a usted o a los trillizos? —replicó Delia.

Samanta añadió:

—No olvides que también está el Señor Benjamín. Nos tenías muy preocupadas a Delia y a mí.

—Vale, vale —dijo Emma—. Todo es culpa mía. Debí decirles.

—Esto no puede volver a ocurrir. Me temo que el Maestro Adelmar me castigará —dijo Samanta.

Delia también añadió:

—Por favor, tenga esto en cuenta, Señorita Linares. De lo contrario, las cosas se pondrán muy difíciles para nosotras.

Emma las tranquilizó:

—Por favor, no se preocupen. Les prometo que no volveré a hacerlo.

La puerta de la cafetería se abrió mientras las tres hablaban y entró una mujer de mediana edad. Emma levantó la mirada y vio que se trataba de Alondra.

Emma llamó a Benjamín cuando Alondra se fue, luego se puso un vestido sencillo y lo esperó en la cafetería. Benjamín no tardó en llegar en su Bentley plateado. Él estaba protegido por más de una docena de guardaespaldas que trabajaban por turnos para garantizar su seguridad. Pero, no estaban presentes con él en esta ocasión en particular.