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La Doctora Maravilla romance Capítulo 17

—¡No, eso no! Eso pasará tarde o temprano —se burló Alondra.

—Entonces, ¿de qué se trata? —Emma miró la invitación en la mano de Alondra mientras hablaba.

—Es la fiesta de cumpleaños de mi sobrina Alana —explicó Alondra—. Como sabes, los Lara siempre organizan una gran fiesta, ¿y cómo no íbamos a invitarte a ti?

—¿En serio? —preguntó Emma de forma retórica.

Pensó que era imposible que Alana la invitara por la bondad de su corazón. De hecho, no estaba muy lejos de la verdad. Alana estaba frenética al saber que Adrián iba a pedirle matrimonio a Emma en cualquier momento. Si Emma se casaba con Adrián, las verdaderas identidades de sus tres hijos saldrían a la luz tarde o temprano y Alana se encontraría en apuros.

En segundo lugar, llevaba más de cuatro años persiguiendo a Adrián en vano. Si Emma se ganaba su favor en cuanto apareciera, se vería humillada y se convertiría en el hazmerreír de las altas esferas de Esturia. No, Alana nunca permitiría que eso sucediera. Había planeado algo para Emma durante su fiesta de cumpleaños que le enseñaría a qué atenerse. Una vez que todo estuvo listo, Alana le pidió a su tía Alondra que le entregara la invitación a Emma.

—¡Es un absoluto placer! —Emma esbozó una sonrisa y le respondió a Alondra con seriedad.

—¡Maravilloso! Entonces nos vemos esta noche a las ocho, ¡adiós! —Alondra trinó antes de abandonar el local.

—¡Emma! —gritó una voz conocida.

Emma se asomó a la puerta y encontró a su hermano Edgar y a su cuñada Gracia esperándola. Rápido los invitó a entrar en la casa y les preparó una taza de café.

—¿Hay alguna buena noticia? —preguntó Emma con curiosidad, dándose cuenta de que la pareja parecía alegre hoy mientras los observaba.

—Bueno... —Edgar habló un poco tímido—. Desde la última vez que nos vimos, acepté un gran trabajo que me ha dado un beneficio limpio de más de medio millón, y también abrí apenas un pequeño negocio. No es nada del otro mundo, pero paga bien. Hice los cálculos y, si todo va bien, ¡ganaré cien mil!

Emma esbozó una sonrisa de alegría mientras servía café a su hermano.

—¡Es una noticia maravillosa, Edgar!

—Niña tonta, no llores ahora —consoló Edgar a su hermana—. Después de todo somos hermanos.

No soportaba ver llorar a su hermana.

—Lo sé, lo sé —resopló Emma—. ¡No diré nada más, o todas mis lágrimas irían a parar al café!

Una vez que Edgar y Gracia se fueron, Emma compró rápido en Internet un vestido de noche rojo vino de corte sirena para la fiesta de esa noche. Pagó un total de noventa y nueve, gastos de envío incluidos, ¡lo que para ella era una gran oferta! De todos modos, se negaba a gastarse un céntimo más en alguien como Alana. En todo caso, Alana debería agradecerle que decidiera asistir a su fiesta.

Emma se presentó en la casa de la Familia Lara a las ocho en punto de la noche. Era una gran fiesta, y la familia había invitado a cientos de personas que llenaban cada rincón de la extravagante residencia. Todos esperaban con impaciencia la llegada de Abel y Adrián Rivera, junto con sus madres, Rosalinda Toledo y Juliana Carbajal, pero aún no había rastro de ellos.

Alana no pudo evitar fijarse en Emma cuando entró, iluminando el vestíbulo con su presencia. La mujer era demasiado hermosa, con una cualidad cautivadora que no podía explicar con palabras. Su piel de porcelana resplandecía bajo la tenue y cálida luz, haciendo que a los hombres de alrededor les resultara difícil apartar los ojos de ella.

¡Cómo deseaba Alana poder abofetear con fuerza aquel rostro! Sin embargo, sabía que no era una decisión inteligente en ese momento. Mientras observaba a Emma durante un rato más, por fin descubrió algo que podía utilizar contra ella.

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