La Doctora Maravilla romance Capítulo 197

—¿Por qué vas a verlo? —Alondra se sorprendió un poco—. Nunca he conocido a ese hombre, pero escuché que sus antecedentes no son sencillos.

—No te preocupes por eso. Tengo mis planes —respondió Alana.

Después de que Alondra se fue, Alana le dijo a Quentin que tenía que dejar el hospital por unas horas. Quentin le dijo:

—Señorita Lara, su herida se ha curado, pero sigue fingiendo estar enferma, así que debe tener cuidado de que no sospechen de usted, o las consecuencias serán desastrosas.

—Prestaré atención. —Alana tocó el dedo de Quentin y sonrió coqueta—. Puedes estar tranquilo.

—Eso está bien.

Quentin aprovechó para agarrar la mano de Alana y olerla con avidez. Alana era la prometida de Abel, así que no se atrevía a actuar en exceso a menos que ella tomara la iniciativa. Alana se cambió la bata del hospital y salió con la mascarilla puesta. No fue directo a ver a Adán, sino al club de belleza que le habían designado.

Se dio un baño de leche perfumada, luego se cuidó la piel. Tras toda una serie de procedimientos, Alana se había convertido en una belleza sedosa. La esteticista empezó a aplicar a Alana maquillaje y pestañas extrañas. Cuando el chofer de Alana le entregó el auto deportivo y la ropa, el maquillaje estaba terminado. Mirándose encantadora en el espejo, ella creyó que podría atraer a Adán.

«A todos los hombres les gustan las mujeres, y más una mujer encantadora como yo».

Sabía dónde estaba Adán, así que condujo hasta allá sin avisarle. Media hora más tarde, en el Palacio Imperial, Alana subió por el ascensor hasta el último piso. Cuando salió del ascensor, fue detenida por varios guardaespaldas.

—¡No puedes venir aquí! ¡Baja de inmediato!

Alana dijo en voz baja:

—Señor, usted lo sabe. Soy la invitada del Señor Adán. Estuve aquí la última vez.

—¡No puedes entrar sin la orden del Señor Adán! —respondió el guardaespaldas.

—De acuerdo, por favor, infórmele que Alana está aquí.

El guardaespaldas reflexionó y luego asintió.

—Espere aquí.

Los guardaespaldas no conocían la relación entre Alana y Adán. En lugar de ahuyentarla, era mejor avisar a Adán de su llegada. El guardaespaldas se dirigió al fondo del pasillo, luego se paró frente a la puerta de madera tallada. Tras llamar a la puerta, el guardaespaldas dijo:

Verifica el captcha para leer el contenidoVerificar