A Alana le flaquearon las rodillas de la rabia y casi se cae al suelo.
«¡Emma! ¿Cómo embrujaste a Abel para que bajara su estatus? ¡Está loco por ti!».
Mientras Alana se sumía en sus pensamientos, el mayordomo dijo:
—¡Anunciamos la llegada de la Señorita Emma Linares!
La gente giró la cabeza hacia la entrada. Una joven esbelta y hermosa atravesó el adornado umbral. Usaba un vestido de noche azul y llevaba el cabello castaño ondulado. Apenas llevaba maquillaje, pero su belleza era encantadora. Las mujeres se quedaron con la boca abierta cuando miraron de cerca el vestido que llevaba.
«¿Es el Mar Sereno? ¿La última obra maestra de uno de los mejores diseñadores del mundo, y del cual solo se hizo uno?».
—Eso... ¡Eso es imposible!
Alana se quedó de piedra. Estuvo esperando ansiosa la aparición de Emma para poder insultarla. Esperaba humillarla utilizando su lujoso estatus, ¡pero Emma se robó todo el espectáculo! De repente, Alana pensó que era tan insignificante en comparación con Emma.
—¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! ¡Mami linda!
Cuatro niños corrieron hacia Emma, con Timoteo detrás. A Emma se le llenaron los ojos de lágrimas. Se agachó, extendió los brazos y abrazó a los cuatro niños.
—¡Mis niños! Tenía días que no los veía. ¿Cómo están?
—¡Estuvimos genial! —contestaron Hernán, Edmundo y Evaristo.
Solo Timoteo bajó la cabeza con timidez.
—Timo. —Emma levantó con suavidad el rostro de Timoteo y le besó la mejilla—. ¿Qué pasa? Tienes que animarte. Si no, estaré triste.
—Mmm. —Timoteo moqueó y forzó una sonrisa—. Haré todo lo posible por ser feliz, mamita linda.
A Emma se le encogió el corazón. Abrazó al pequeño tan cerca que sus corazones parecían tocarse.
—Yo digo, Rosalinda. —Juliana le dijo a Rosalinda—. Algo no parece estar bien. Timoteo es idéntico a los otros tres niños. ¿Acaso Emma dio a luz a cuatrillizos y alguien de tu familia se robó a Timoteo?
—¡Eso es una completa tontería! —El rostro de Alana palideció al instante—. ¡Yo misma di a luz a Timoteo! ¡Formaba parte de mí! ¡Él no es robado!
—¿Por qué estás tan nerviosa? —Juliana sonrió con satisfacción—. ¡Solo estaba bromeando con Rosalinda!
Rosalinda miró más de cerca a los cuatro niños y pensó que lo que Juliana dijo tenía sentido.
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