El viernes por la noche, Paulina recibió una llamada de Josefina, diciendo que quería ir a verla más tarde.
En ese momento, Paulina estaba cenando con la familia Romo.
Antes de que pudiera responder, la abuela Romo aceptó por ella.
Al día siguiente, Paulina, Josefina y el resto de la familia Romo salieron a pasar el día y no regresaron hasta la noche.
Josefina, por su parte, tenía una energía inagotable. Después de estar fuera todo el día, en el camino de vuelta seguía muy emocionada. Se acercó a Paulina con su celular y le dijo:
—Mamá, la próxima vez quiero volver a jugar con la tortuguita.
Le estaba mostrando las fotos que habían tomado de ellas atrapando una pequeña tortuga y dándole un baño.
Paulina echó un vistazo.
—Ajá.
Josefina no estaba cansada, pero ella sí, y mucho.
Quizás Josefina se dio cuenta de su cansancio, porque se sentó derechita en su lugar.
—Si estás cansada, descansa, mamá.
Después de decir eso, siguió jugueteando con su celular.
Parecía que estaba chateando con alguien.
Paulina la observó un momento y luego apartó la vista.
***
Josefina le había enviado a Armando muchas de las fotos que tomaron ese día.
En ese momento, Armando y Mercedez acababan de terminar de cenar.
Al recibir las fotos de Josefina, Armando las abrió para verlas.
Mercedez regresó del baño y, al verlo mirando las fotos, se detuvo un instante.
Aunque en las imágenes aparecían tanto Josefina como Paulina, en ellas Paulina sonreía con una alegría radiante y se veía… increíblemente hermosa.
Armando parecía estar mirando a Josefina, pero ella podía sentir que, cuando él ampliaba la foto, a quien realmente estaba observando era a Paulina.
Al ver que ella había regresado, Armando dejó el celular.
—¿Ya volviste?
—Sí, vámonos. —La expresión de Mercedez era normal. Tomó su bolso y preguntó—: ¿Son fotos de Josie? Parece que hoy se divirtió mucho.
—Sí, fueron a un club campestre a pasar el día.

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