La Esposa de Lobo romance Capítulo 107

“¡Salud, Houser!”.

Solomon levantó su copa y se la acabó hasta la última gota.

Houser también terminó su copa de licor. Se rio entre dientes y dijo: “Solomon, somos amigos desde hace mucho tiempo. Esto no es nada".

Los dos se rieron y charlaron. No estaban en la misma industria, por lo que no había competencia entre ellos. De hecho, los dos se pedían frecuentemente favores privados para arruinar a sus competidores, de ahí su estrecha relación.

Después de unas copas y algunos platos, el animado ambiente alcanzó un clímax cordial.

Solomon puso su mano sobre el hombro de Houser y, con los ojos entrecerrados que brillaban con sutileza, dijo: “Houser, Luna Crestfall buscó hoy en toda la ciudad y no encontró las máquinas que necesitaba. Creo que mañana volverá a buscarte”.

Houser se sorprendió. "¿Qué debería hacer entonces?".

"Es sencillo". Los labios de Solomon se curvaron como un zorro astuto. “Puedes pretender negociar el precio con ella y luego aceptarlo. Tienes que hacer que se vea bien”.

Houser no entendía. ¿Por qué no simplemente rechazar la compra?

Curioso, preguntó: “Solomon, ¿por qué pasar por todo este problema?”.

Solomon comprendió la confusión de Houser. Sonrió maliciosamente y dijo: “Houser, debes saber que si rechazas su compra, ella pensará en otra forma o incluso comprará las máquinas en otras ciudades. Todo lo que ellos necesitan hacer es gastar más tiempo y dinero”.

“Sin embargo, si aceptas sus términos y firmas el contrato, tomas el dinero y entregas las máquinas, ella asumirá que todo va por buen camino y que no sucederá nada malo”.

“Entonces, ahí es donde entro yo. Enviaré a mis hombres a sabotear las máquinas durante su entrega… Para entonces, perderán el dinero y las máquinas. No podrán cumplir con la fecha límite para el proyecto del Instituto Valiant. Una vez que el Alcalde Freely los culpe, ¡su compañía no podrá asumir la responsabilidad!”.

Ese sería el plan de Solomon.

Sabotear una pequeña pieza convertiría la sofisticada máquina en un montón de basura. No habría dificultad en la ejecución.

"¡Buena idea!". Los ojos de Houser brillaron. Él sonrió y dijo: “Puedo vender mis cosas y tú podrás lograr tu objetivo. ¡Es una situación en la que todos ganan!”.

Houser fingió un tono preocupado y dudó medio minuto antes de decir: “Muy bien, Señorita Crestfall. Considéralo el precio de conocerte. Serán 35 millones”.

¿De conocerla?

Luna se burló, pero no se atrevió a expresar sus pensamientos.

"Llevaré el contrato de inmediato".

Luego, Houser colgó el teléfono y miró el contrato que había preparado antes en su escritorio. Lo recogió y se dirigió a Corporación Luna Nueva.

Luna revisó el contrato para comprobar el contenido. Ella apretó los dientes.

Cuando estaba a punto de firmar su nombre y sellarlo, entró Andrius.