Andrius y Rainbow entraron.
El soldado cerró la puerta sin decir nada.
Después se subió al asiento del conductor y condujo la limusina.
…
De vuelta en la sala principal, Renault miró la hora antes de despedirse de Luna y partir hacia el distrito militar.
La limusina con la bandera militar se detuvo lentamente en la base militar de la zona de guerra del sur.
Andrius y Rainbow bajaron del coche.
Más atrás, en la entrada, Renault acababa de llegar y los vio a los dos. Se sorprendió porque, desde atrás, la figura de la mujer se parecía a la de Rainbow.
¿Cómo es posible?
Con esta pregunta en mente, Renault avanzó.
Entre más se acercaba, más clara era la vista del rostro de la mujer. Fue entonces que se dio cuenta de que realmente se trataba de Rainbow.
Renault se sorprendió antes de mirar al hombre a un lado de ella. ¡Se trataba de Andrius!
Ninguno de los dos era soldado o personal relacionado. ¿Cómo se las habían arreglado para entrar?
Renault se quedó atónito en el acto y se puso a reflexionar. Stella le había contado que Rainbow era una fanática militar. Le fascinaban tanto los militares que haría lo imposible por ver uno en persona. Debía estar ahí con la esperanza de ver la cara del Rey Lobo.
¿Y Andrius? ¿Por qué estaría ahí también?
De seguro se había dado cuenta de que no había sido tratado con respeto en casa de los Conery y como había descubierto que al Rey Lobo le gustaba su mujer, se había puesto celoso y había decidido ir a razonar con el Rey Lobo.
Qué ridículo.
Renault negó con la cabeza con una sonrisa gélida.
En cuanto el Rey Lobo se enfadara, ¡caerían miles de cadáveres!
¡Lo que Andrius estaba a punto de hacer era suicida!
Renault se acercó a ellos. Quería hacerlos entrar en razón para evitar que Andrius enfureciera al Rey Lobo, lo que indirectamente acabaría con su muerte.
Fue en ese momento cuando el gobernador militar del estado, Decker, y un grupo de oficiales de alto rango se acercaron y se colocaron justo delante de Andrius y lo saludaron en grupo.
“¡Rey Lobo!”.
Eran ruidosos y enérgicos, como si fueran tigres y leones rugiendo. Su saludo no solo mostraba la disciplina de los soldados de la zona de guerra del sur, sino que también conmocionó a Renault.
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