La Guerra de una Madre Traicionada romance Capítulo 1480

En realidad, Sabrina tenía una muy buena relación con el presidente Rodríguez. Desde su primera decisión al entrar al Grupo Ramos, aparte de Cristóbal Vázquez, el presidente Rodríguez, que tenía enfrente, había sido quien más la había apoyado.

Durante este tiempo, el presidente Rodríguez siempre había estado de su lado.

El presidente Rodríguez tenía una muy buena relación con Celeste cuando ella vivía, por lo que en el trabajo le brindaba muchos cuidados y apoyo a Sabrina.

Cuando todos decían que ella no era hija biológica de la familia Ramos, el presidente Rodríguez tampoco dudó en apoyarla.

Sabrina siempre había respetado mucho al presidente Rodríguez.

El presidente Rodríguez dijo: —Ese Sebastián que tienes a tu lado es sospechoso en un ochenta por ciento.

Sabrina respondió: —Señor Rodríguez, para serle sincera, la última vez que se filtraron mis secretos comerciales, fue Sebastián quien me ayudó a superar la crisis. No solo recuperó las pérdidas, sino que incluso compramos la empresa de Esteban a precio de remate.

Llegados a este punto, para evitar que malinterpretaran a Sebastián, Sabrina no tuvo más remedio que contarle toda la historia al presidente Rodríguez.

Sabrina añadió: —Esta fuga de información confidencial definitivamente fue obra de un infiltrado, pero quienquiera que sea… no puede ser Sebastián. Él no tiene motivos para hacerlo.

El presidente Rodríguez no estuvo de acuerdo: —Sabrina, tal vez en ese entonces no tenía intenciones de hacerte daño, ¿pero cómo garantizas que ahora no las tiene?

»Caras vemos, corazones no sabemos. Eres demasiado ingenua, por eso te dejaste engañar por él.

Al ver que el presidente Rodríguez insistía tanto, Sabrina frunció el ceño.

—Presidente Rodríguez, para todo se necesitan pruebas. Decir que fue él sin tener evidencia, ¿no es calumniar a una buena persona?

Al escuchar esto, el presidente Rodríguez soltó una risa fría.

—¿Y qué importa si fue él o no? ¡Aunque no haya sido él, tiene que ser él!

Los ojos de Sabrina destellaron por un instante.

No era tonta; entendía perfectamente el trasfondo de las palabras del presidente Rodríguez.

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