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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 104

Isabel apretó los labios, conteniendo una sonrisa sarcástica mientras observaba la reacción de Sebastián. Sus palabras habían dado justo en el blanco, y la forma en que él apretaba la mandíbula, con aquella vena palpitante en su sien, solo lo confirmaba.

Iris se apresuró a intervenir, usando aquel tono dulce y conciliador que tanto irritaba a Isabel.

—Ya, tranquilo, Sebas —sus dedos juguetearon con un mechón de su cabello mientras fingía preocupación—. No te pongas así con Isa, yo me encargo de todo.

La mandíbula de Sebastián seguía tensa, sus ojos fijos en Isabel con una mezcla de ira y preocupación. A pesar de las repetidas garantías de Iris, su inquietud era palpable en cada músculo tenso de su rostro.

Finalmente cedió, aunque sus pasos pesados al salir de la habitación revelaban su renuencia. Isabel sabía que no se alejaría demasiado; lo conocía lo suficiente para imaginar su silueta apostada justo fuera de la puerta, como un guardián obsesivo listo para irrumpir al menor sonido.

El silencio se instaló en la habitación como una presencia tangible. Isabel mantuvo su atención en sus uñas, ignorando deliberadamente a Iris. El gesto casual pero estudiado era una provocación silenciosa, y funcionó exactamente como esperaba.

Los ojos de Iris destellaron con malicia apenas contenida.

—¿Sabías que Sebas va a comprarme el Chalet Eco del Bosque? —su voz destilaba un orgullo venenoso.

Isabel continuó limando sus uñas con estudiada indiferencia.

—¿No te lo dejé claro por teléfono? Ese lugar no es para ti.

—Pues Sebas me acaba de confirmar que ya está en trámites —Iris se enderezó en la cama, saboreando cada palabra—. Me mudaré ahí para mi recuperación.

Isabel arqueó una ceja, un gesto que había perfeccionado para transmitir máximo desprecio con mínimo esfuerzo.

"Vaya, vaya... así que Sebastián está tan desesperado por contentarla", pensó, mientras observaba la expresión triunfal de Iris.

—¿Te da envidia? —provocó Iris.

Isabel puso los ojos en blanco con exagerado hastío.

—Felicidades entonces —su tono goteaba sarcasmo—. ¿Cuándo es la fiesta de inauguración? No olvides invitarme.

—Por supuesto que te invitaré —Iris sonrió con malicia—. En menos de un mes estaré instalada ahí.

El Chalet Eco del Bosque. Isabel casi podía saborear la ironía. Aquel pedazo de paraíso que había sido objeto de deseo de la alta sociedad de Puerto San Rafael durante años. Cuántas familias habían intentado descubrir la identidad del misterioso propietario, soñando con emparentar con él a través de sus hijas.

Capítulo 104 1

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