Te haré un pequeño resumen rápido de mi vida para que entiendas por qué me veré forzada a entrar en la Competición de Fuerza del Continente Central bajo las órdenes de un Idiota y de un bastardo monosilábico que, casualmente, resultan ser mis parejas. Si, MIS PAREJAS, pero me estoy adelantando.
Mi nombre es Lily Madsen Capell y mi tío me quería muerta.
Cuando nací debió de haber sido un día feliz ya que la Luna y reina del Continente Norte había dado a luz a su siguiente heredera al trono.
No lo fue. Al menos no para mi padre, ¿Y por qué no lo fue? Bueno, nací de dos lobos negros entonces se suponía que mi pelaje debió haber sido oscuro; sin embargo mi pelaje fue blanco como la nieve.
Padre pensó que mi madre le había sido infiel (Un pobre pretexto, a mi humilde parecer), por lo que la primera vez que me transformé mi madre tuvo que tener un duelo a muerte con él para que yo pudiera seguir viviendo. De alguna manera mi madre ganó y se convirtió automáticamente en la líder de nuestro pueblo.
Mi tío, dolido por la muerte de su hermano, nos amenazó de muerte a mi madre y a mí. Madre comprendió su pena, le perdonó la vida y le dio la misión de buscar en todo el continente lobos extraviados que pudieran unirse a nuestro reino; ese error lo pagamos más tarde.
Mucho antes de que yo naciera hubo una feroz guerra entre el Continente Norte y el Continente Sur; la mayor parte de la población joven había muerto y la otra mitad había huido a los Continentes Este, Oeste o Central en busca de una vida pacífica. Los únicos que se habían quedado atrás fueron los enfermos, los ancianos, los lobeznos y cualquiera con un gramo de lealtad a la corona en su cuerpo. Así que no éramos muchos, pero nuestro Continente era una basta extensión de tierra por lo que madre tenía la esperanza de encontrar a algunos rezagados entre las villas humanas.
Esta importante misión le fue encargada a mi tío. Desapareció por varios años solo para reaparecer con un ejército de mercenarios y retar a mi madre a un duelo por la corona.
Así fue como mi madre se usó a sí misma como cebo para darnos una oportunidad de escapar a mis tíos Harry, Chad y a mí misma por el río que atravesaba gran parte del territorio. Solo tenía siete años en ese momento.
Eso no salió muy bien ya que mi tío esperaba alguna huida de los miembros de la manada o mía y mandó a varios mercenarios a que impidieran el paso; Tío Harry y Tío Chad eran los mejores guerreros que ml manada había tenido en cincuenta años, pero ya estaban entrados en años. Por muy buenos que fueran, no podrían con cincuenta lobos jóvenes y con motivación solos. Así que el Tío Harry se sacrificó para darnos una oportunidad de escapar al tío Chad y a mí. No la desaprovechamos y con gran pena n nuestros corazones por su muerte y la posible muerte de mi madre, llegamos a una villa pesquera humana, robamos un barco mercante y provisiones para zarpar con rumbo desconocido.
O al menos, el rumbo me era desconocido a mí.
Teníamos muy pocas opciones para escondernos: Después de nuestra guerra con el Sur, me matarían si se enteraran de mi identidad. El continente Oeste era conocido por tratar a sus mujeres como posesiones o esclavas y el tío Chad no lo permitiría; el continente Este tiene por costumbre poner a prueba a los recién llegados y me pondrían a prueba y me entrenarían hasta desmayar porque únicamente aceptan a aquellos que se quieren convertir en guerreros o que ya son guerreros.
El menor de los males era escapar hacia el Continente central en donde me dejarían vivir pero al cumplir los dieciséis años tendría que irme a vivir a la Casa de La Manada a aprender modales finos con la Luna del Continente y otras lobas más. ¿Por qué? Bueno, porque en ese continente las lobas blancas son consideradas el más puro linaje para crear hijos fuertes para la nobleza. Así que escogimos aprender a ser una señorita refinada pero viva.
En cuanto cumpliera la mayoría de edad podía irme al Continente Sur o Este ya que trataban bien a las mujeres y hasta les permitían gobernar pequeños territorios. Mi origen y mi apellido no importaría ya que era sangre nueva para sus guerreros.
Así fue como llegamos tres meses y un naufragio pequeño después al Continente Central.
En la playa y gracias a la bondad del corazón de una loba de mediana edad llamada Gisselle, pudimos tener un techo sobre nuestras cabezas mientras tío Chad se encargaba de construirnos un hogar.
No desaprovechamos esos nueve años que teníamos antes de que tuviera que ir a estudiar a la Casa de la Manada y entrenamos hasta desfallecer para que me pudiera convertir en una loba mortal. Algo muy necesario cuando buscan eliminarte a como de lugar para tener legitimidad sobre tu trono.
Por algún punto del camino tío Chad y Gisselle se enamoraron y ella se convirtió en mi tía no oficial; en cuanto partí hacia la Casa de la manada (ya que si no lo hacía sería considerado traición a la corona y me ejecutarían si alguien llegase a ver que era una loba blanca) le prometí a tía Gisselle que aprendería modales en la mesa y al tío Chad que no dejaría de entrenar.
Fue difícil ya que mi compañera de habitación en esa enorme escuela no oficial era un dolor en el trasero. Una loba llamada Elizabeth con aires de grandeza que podía coser, cantar y recitarte la lista de los nobles más importantes del reino pero que no podría ni limpiarse el trasero sola.
Teníamos peleas muy seguido sobre todo porque yo no tenía una cosa llamada vanidad y me importaba una m****a cómo lucía en las clases, en cambio ella tenía que levantarse tres horas antes y comenzar con un ritual de belleza que no podía ser interrumpido o sino despertaría a las cientos de lobas que vivían en el lugar con su drama.
Después de unos pocos meses me di por vencida con mis clases ya que no podía entender cómo era que bordar una flor perfecta en un pañuelo haría que el territorio de mi pareja noble no sufriera de hambre, o cómo el saber los nombres y orden de los cubiertos ayudaría a mi pueblo en caso de un desastre.
Se suponía que éramos un mercado de carne para que los nobles “encontraran a su pareja ideal”, así que toda esa tontería de las clases terminó por molestarme y simplemente comencé a saltarme el horario para ir al bosque circundante y entrenar.
Fue ahí en donde conocí a la mano derecha del rey y espía favorito: Kyrian. Recuerden ese nombre porque será relevante más adelante, en fin…
El lobo era atractivo, pero eso me traía sin cuidado; nos encontramos por casualidad y al ver un par de mis movimientos se ofreció a entrenar conmigo. Así que eso hicimos por todo el tiempo que duró mi estadía en la Casa de la Manada; sobra decir que a pesar de que me llevaba al menos unos buenos cinco o diez años, pateé su trasero cada vez. Algo que le divertía al lobo masoquista.
Entonces llegó el día en que cumplí dieciocho años y tuve que ir a mi primer “Baile” para escoger pareja; la m****a consistía en vestirme lo más bonita y patética que pudiera para desfilar por el salón y que los lobos de respingadas narices le dieran un vistazo a la mercancía y luego hicieran su mejor puja. O, más concretamente, gritaran sobre los otros nobles que habían encontrado a su pareja.
Un día antes de tan magnífico y denigrante evento, nos dejaron volver a casa para “alistarnos”, así que Giselle se encargó de esos preparativos mientras yo me dormía parada escuchando un sermón sobre lo que debo de hacer como la señorita de noble linaje que era.
Tío Chad fue el encargado de llevarme hasta el Salón en donde tendría lugar el mercado de carne y prometió esperarme hasta que terminara toda esa tontería. Ya habíamos hablado de qué pasaría si por alguna insana casualidad encontraba a mi pareja destinada: Hablaría con el tipo sobre qué m****a esperaba de mi y luego decidiría si lo rechazaba o no. No tenía tiempo de jugar a las casitas y ser una pareja callada, tímida e inocente al servicio de sus caprichos. Asco.
Como sea, el querido Kyrian se enojó bastante porque fui la última loba en llegar y me arrojó prácticamente hacia la fila de lobas resplandecientes y deseosas de ser seleccionadas.
Sufrí de aburrimiento por un par de horas hasta que de pronto hubo una gran conmoción y entraron los gemelos maravilla mejor conocidos como el rey Karel Iversen y el príncipe Cole Iversen.
Más allá de decidir que los tipos eran atractivos, los ignoré. Esperaba impaciente a que esta tontería pasara.
Así que cuando la loba que más me odiaba en el mundo… quiero decir, cuando la madre de sus majestades y mi profesora en las clases finas en la Casa de la manada anunció mi nombre para que algún bastardo me reclamara, mi cabeza giró y casi me parto el cuello al escuchar que el rey decía que yo era su pareja destinada.
Claro, mi buena impresión del tipo atractivo murió en cuanto al segundo siguiente le preguntó a su mami si yo era una candidata apta para convertirme en su Luna y reina.
¿Qué hizo mi doña suegra? Decir que era una vergüenza para la sociedad y que mejor se emparejara con una rata muerta.
Bueno, tal vez no lo dijo así, pero yo leí entre líneas.
Como sea, Karel no volvió a mirarme cuando le preguntó a su madre si había alguien apto para convertirse en reina y, ¿Adivinen a quién eligió? A mi archienemiga y antigua compañera de habitación Elizabeth. Lame culos.
Ella era una cachorra en navidad dando saltitos cuando Karel le ofreció el jodido puesto de su pareja; y en vista de que ya no era requerida aquí comencé a caminar para alejarme del foco de atención de la pareja y familia real solo para ser retenida por Karel.
¿Me ofreció una disculpa por ser un idiota que tomara en cuenta la opinión de mamá en vez de conocerme? No, el jodido venía a reclamar un rechazo público para que pudiera irse al siguiente segundo a hacer bebés con su flamante nueva Luna.
Solo que hubo un pequeño problema; se suponía que cuando un lobo rechaza a su pareja sufre de un dolor inconmensurable por al menos un minuto ya que es la separación del vínculo que los une. El lobo que pronuncia las palabras es el que lo sufre mientras que la otra parte puede bien estarse limpiando las uñas.
No necesito decirles que el idiota me pidió a mí que dijera nuestros nombres y lo rechazara. Cobarde; como sea, cuando lo hice no pasó absolutamente nada. No me sentí morir ni grité de agonía.
Harta de ese teatro me dispuse a irme del jodido salón y regresar con mi tío Chad mientras Karel y Elizabeth desaparecían para la cosa de la procreación, solo para ser detenida de nuevo. Ahora por Kyrian.
Me llevó de malos modos hacia el jardín aledaño porque el príncipe Cole solicitaba una audiencia conmigo. Lo seguí más por curiosidad que otra cosa porque ambos sabíamos que si quisiera me podría cargar a todos los guardias presentes incluido él. Pero era una loba generosa y lo seguiría magnánimamente.
El príncipe Cole era un lobo de pocas palabras, taciturno y endiabladamente sexy. No es que lo pensara, por supuesto. Cole no era solamente un príncipe bonito, sino que era el General más temido de todos los continentes, así como también era considerado el lobo más fuerte, astuto y sanguinario.
Había solicitado una audiencia conmigo para preguntar por mi vida personal. La conversación fue corta ya que no le revelaría todos mis secretos al tipo por muy bueno que estuviera, pero lo más importante que me preguntó fue si ya tenía planes de emparejarme. No los tenía, así que el tipo en un acto de estupidez me pidió que fuera su pareja.
Me reí, claro está. ¿Cómo iba a ser la pareja del tipo? Demente.
Insistió tanto y me dio tan pocas explicaciones que, para cerrarle esa hermosa boca le propuse una apuesta: Lucharía contra cualquiera de los guardias que se habían reunido a nuestro alrededor, si yo ganaba el tipo se iba a la m****a, me daba un barquito y una carta de recomendación para que me contrataran a mí y a mis tíos en otro continente; si perdía, entonces sería su pareja.
Si, era arrogante y segura de mi misma, ¿Me culpan? Era así de impresionante.
Para mi sorpresa aceptó. Solo que el bastardo comenzó a desnudarse porque el guardia elegido sería él. Era el General de todo el jodido y más grande ejército del mundo, por supuesto que técnicamente era un guardia.
Luchamos en nuestra forma humana por al menos veinte minutos en los que supe enseguida que ambos nos estábamos conteniendo. Era un muy buen rival y, para ser honesta, en ese momento no sabía quién de los dos ganaría si lucháramos enserio.
Kyrian escogió el momento exacto en el que me había aburrido y pensaba terminar rápidamente con Cole para decirle a este que si quería reclamarme como pareja ante todos los nobles tendría que ser en los siguientes cinco minutos ya que la nobleza había terminado de escoger a sus lobas y posiblemente se fueran poco después.
¿Qué hizo el tipo? Trampa. Usó la pelea sucia para hacerme caer.
No era una mala perdedora y yo siempre cumplía mis promesas, así que me tragué mis insultos por la pelea injusta y declaramos ante la nobleza que éramos pareja.
Mi doña suegra no se lo tomó bien.
Ese fue solo el inicio de mi intervención en la vida política del Continente.
Cole me llevó a su habitación mientras se encargaba de asuntos que me importaban una m****a. Estuve ahí tomando una siesta hasta que regresó y hablamos de nuestra nueva normalidad como pareja; el tipo quería marcarme y que fingiéramos que éramos felices, él a cambio me dejaría hacer lo que quisiera.
O eso entendí yo. Quizá me puso algunas cuantas reglas pero como que me perdí en cuanto el tipo mordió mi cuello y me dejó dormir en sus sábanas que olían a mango. Adoro el mango. ¿Quién diría que ése era su olor natural? Bastardo comestible, en fin.
A la mañana siguiente despertamos con los gritos de Karel reclamando que yo le había hecho algún tipo de brujería budú o lo que sea para evitar que el tipo tuviera una erección.
Era ridículo, se lo hice saber, se enojó y se fue de regreso a los brazos de su amada.
A partir de ese momento mi relación con los hermanos comenzó a volverse ridícula. Por un lado, el rey Karel se obsesionó con que yo era la fuente de todos sus problemas, mientras que Cole pasaba de caliente a frío conmigo ante cualquier oportunidad.
Entonces Cole me metió en los asuntos del reino que no eran mi problema: Salvajes.
Los salvajes eran lobos que se volvían… bueno, pues eso, salvajes. Habían sido un problema constante en el Continente ya que eran la versión zombie de los lobos; comenzaron a atacar las aldeas y pequeños territorios en cantidades cada vez más grandes y se comían a sus víctimas. Literalmente.
La corona se encontraba lidiando no solo con los salvajes, sino contra algunos ataques a las costas y tenía que dividir su atención; así que Cole necesitaba ayuda.
Mi tío Chad y yo fuimos de gran ayuda para que el tipo erradicara a una pequeña plaga de salvajes en una aldea cercana al castillo. Me gustaba patear traseros de todas formas. Uno pensaría que el tipo estaría agradecido, así que le ofrecí m amistad y no solo un emparejamiento de nombre solo para ser rechazada tajantemente.
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