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La Luna Humana, El Arrepentimiento Del Alfa romance Capítulo 1

“¡Lo encontré con otra!”

Aquel mensaje llegó como una alerta a dos móviles e hizo estremecer ambos corazones con la misma intensidad.

―¿Qué sucede, amor? ―Víctor miró el rostro pálido de su novia. ―¿Por qué miras el móvil como si desearas meterte en él?

―Cielo. ―Lo miró con tristeza. ―Debo irme, Macarena me necesita y no puedo fallarle. ―Salió de la cama.

―¿Qué está pasando? ―Preguntó Víctor con confusión.

―Su novio la ha engañado, ya sabes cómo es esto. ―La dulce sonrisa y esa mirada tan risueña aceleraron el corazón del hombre. ―No sabes cuanto agradezco que tú seas mi novio. ―Se inclinó para besarle los labios. ―Eres lo mejor que me ha pasado. ―Aquel amor con el que le devolvieron la mirada la hizo inmensamente feliz.

―No, lo mejor que me ha pasado en la vida eres tú. ―Ahora fue él quien la besó.

―No sé a qué hora vuelva, así que no me esperes despierto. ―Isabel corrió al baño para prepararse.

Tiene un grupo de amiga de tres contándose a sí misma y cada vez que una necesita de las demás, no cuestionan y dejan cualquier cosa que estén haciendo para ir a su encuentro. Macarena es la enamoradiza que siempre le andan poniendo el cuerno, Lucia es la liberal que ningún hombre la atrapa y ella la estable, la única que tiene una relación de tres años y está próxima a casarse con su primer y único amor.

Es tradicional, pues se está guardando para la luna de miel y aunque la mirada del rubio en la cama muchas veces la lleva a desear caer en la tentación, hay suficiente respeto y amor como para que él la apoye en su decisión. Es tremendamente feliz con Víctor y no lo cambiaría por nada en el mundo.

―Cuídate mucho, por favor. ―La miró a los ojos con preocupación. ―Si necesitan de un hombre, no dudes en llamarme.

―Gracias, cielo. ―Isabel lo abrazó y como siempre se perdió en su mirada. ―Pero sabes que a las chicas no les gusta que te lleve, así que tranquilo. ―Solo haciendo la cabeza hacia adelante lo besó. ―Nos vemos, futuro esposo. ―Víctor sonrió.

―Muero de ganas para ya hacerte mi esposa y finalmente darte todo de mí. ―El apretón provocó que Isabel sintiera la erección de su prometido.

―Solo faltan días, cielo, solo días. ―Respiró hondo y tomando control de su cuerpo se separó de él. ―Nos vemos después. ―Con el corazón acelerado en su pecho y lleno de amor, salió de la habitación y con ello del piso que comparte con su novio.

Una chica de veintidós años, estudiando derechos en una de las mejores universidades de New York, hija única y tiene una madre a todo dar, una mujer que siempre la ama, apoya y protege. No tiene padre, ya que este murió cuando ella apenas era una bebé, pero la vida la ha rodeado de buenas personas y la recompensó con un novio perfecto.

―Dime nombre y dirección para buscarla. ―Soltó la pelirroja llena de ira.

―No quiero que hagas nada, Lucia. ―Sollozó la pelinegra de ojos oscuros y de piel pálida.

―Lucia, deberías controlarte más. ―Isabel abrazó a sus dos amigas. ―¿Estás segura de lo que pasó?

―¿Crees que tener un noviete tan absurdo como el tuyo te da derecho a cuestionar? ―Ladró Lucia.

―Déjame terminar, por el amor de Dios. ―Protestó Isabel. ―También le preguntaría si los pilló o cómo fue que se dio cuenta. ―Rodó los ojos.

―Si es verdad, habla de una buena vez. ―Exigió Lucia al percatarse que Macarena no había contado nada. ―Ya llegó la rubia, así que habla.

―La muy cínica me envió una foto de ambos follando… ―Sollozó. ―Y me invitó a ir…

―Y como eres tú el ser más inocente del planeta fuiste sin más. ―Lucia golpeó la mesa.

―¿Qué más podía hacer? ―Cuestionó Macarena. ―Tenía que verlo con mis propios ojos porque de lo contrario no lo hubiera creído. ―Sollozó. ―De verdad me gustaba mucho, ¿Por qué me engañó? Creí que estábamos bien.

―Y como eres tú el ser más inocente del planeta fuiste sin más. ―Lucia golpeó la mesa.

―¿Qué más podía hacer? ―Cuestionó Macarena. ―Tenía que verlo con mis propios ojos porque de lo contrario no lo hubiera creído. ―Sollozó. ―De verdad me gustaba mucho, ¿Por qué me engañó? Creí que estábamos bien.

―No. ―Maca negó. ―Yo estoy bien, no es primera vez que me rompen el corazón, vuelve con tu prometido y tú. ―Miró a Lucia. ―Ve y haz lo que quieras. ―Se puso en pie. ―Gracias por venir chicas, me hubiera vuelto loca sin ustedes. ―Tirando de ellas las abrazó.

―No tienes que pasar por esto sola, podemos con la boda y con tu corazón roto. ―Insistió Lucia.

―Por favor, chicas. ―Las miró con ojos rojos. ―Solo quiero estar sola. ―No pudieron hacer más, Macarena se marchó y ellas no tuvieron más opción que hacer lo mismo.

―Tú relájate. ―Lucia la miró. ―Ve con tu prometido y yo estaré pendiente a Maca. ―La abrazó. ―Desde mañana volveremos a la locura de la boda y debes estar al cien. ―Sonrió. ―Qué pena que no se le pudo arruinar la noche a ese tonto.

―Nunca cambias. ―Isabel sonrió. ―Cuídate por ahí y si pasa algo me llamas de inmediato. ―Corrió a su coche, ya había caído la noche y no pasaban más de las ocho, así que todavía podía disfrutar un poco más con su prometido. ―Vamos, mamá, responde. ―Insistió una vez más, necesitaba decirle que el plan de estar hasta tarde junto a sus amigas ya no se daría, pero ella no respondió y la dejó divertirse con sus amigas.

Pensó llamar a su novio, pero la idea de llegar por sorpresa con su comida favorita le pudo. Con una sonrisa dibujada en los labios subió al ascensor imaginándose el asombro en la cara de Víctor, él adora siempre que ella tiene esos detalles con él y a ella le hace feliz eso.

Al llegar al piso, respiró profundamente y corrió directo a la cocina, ya que era la única luz encendida y sabía que él estaría ahí metido, pero su emoción cambió rápidamente por una sensación de ahogo.

Las sonrisas, los susurros inaudibles, aquellos ruidos que percibía no le agradaron para nada, ella es virgen, pero sabe exactamente como suena cuando están follando.

Al llegar a la puerta de la cocina vio algo que no creyó ver nunca en la vida, a manos de su propio novio, del hombre que ella ha amado tan intensamente. No puede ver a la chica, ya que él la cubre por completo con su cuerpo, pero eso no le quitó más dolor.

La bolsa de la comida no cayó al suelo, ella la apretó con fuerza y, aunque deseó gritar para interrumpirlos las palabras no salieron de su boca, ella no encontraba su voz, simplemente dio media vuelta para irse y no ver más la dolorosa esa, pero justo cuando estaba por dar un paso esa voz la detuvo en seco.

—Amo que me lo hagas de esta manera y sepas que cada parte de mí te pertenece...

―¿Mamá?

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