Belinda
Diego no está enfadado sino furioso al leer la carta de renuncia que acabo de redactar y le entregue en sus propias manos.
Estoy asustada porque su mirada asesina se transformó en una carcajada. Dos segundos después automáticamente destrozó la carta en mi presencia.
—¿Quieres un aumento? ¿Más días libres?
—Sería lo que me corresponde por Ley, pero no se trata de eso. Ya le dejé los pendientes organizados.
Es todo lo que digo antes de dirigirme a la puerta, pero antes de rosar el picaporte él toma mi brazo logrando que gire mi cuerpo y nuestras miradas se encuentren.
Sin previo aviso tomó mi cintura e intento unir sus labios a los míos, pero yo no cedi y lo empujé.
—Esa es la razón de mi renuncia, señor.
—¡Soy Diego! —Me repite por milésima vez—Ni intentando renunciar ni vistiéndote como una mojigata lograrás alejarte de mí.
—Yo no quiero más problemas, su tía me quiere fuera, no lo puede negar.
—Es verdad que me lo exigió, pero esa vieja me debe varios favores y no me puede ordenar que hacer. —Él lleva sus manos a mis mejillas —Te necesito, Belinda, sabes perfectamente que sin ti no seguiría en la presidencia
—Sé que lo haría sin mí. Con los nuevos inversionistas podrá recuperar el dinero perdido, solo debe presentar el proyecto.
—Nuestro proyecto
—Solo los asesoré la idea es de usted y el señor Ariel.
—¡Belinda!
—Tome mi liquidación como pago inicial del préstamo que me entrego. Le prometo que pronto le pagaré lo que falta.
—No me estás escuchando tú no te irás a ningún lado —Él ejerce fuerza en mi cintura —Yo no le ruego a ninguna mujer y no lo haré ahora.
—Entiende Diego no me quedaré
—Tú eres inteligente y sabes que no puedes darte el lujo de renunciar en este momento. ¿Cómo pagarás la deuda de tu casa? ¿Los medicamentos de tu abuela?
—Ya lo veré
Fuimos interrumpidos cuando alguien entro a la oficina. Gracias al cielo logramos alejarnos a tiempo y la señorita Mariana no sospecho nada.
—Mi amorcito, tengo una excelente noticia ¿Adivina quien vino conmigo?—Ella une sus labios a los suyos en un beso pequeño. Aproveché la distracción y me marché de la oficina.
Subí rumbo hacía la terraza para intentar pensar que debo hacer para afrontar todas las deudas que tengo encima.
Soy consciente de que tardaré mucho tiempo en conseguir un trabajo y posiblemente no me paguen como aquí.
La casa ya está perdida, soy consciente de ello y tendré que sacar a Aarón de ese colegio y puede perder el año escolar. Soy un completo fracaso, es estúpido el creer que podría recuperar su custodia cuando no tengo nada que ofrecerle.
—Una muchacha tan linda no debería llorar
Limpie mis lágrimas con las manos y me levanté del suelo para observar a la mujer.
Es una señora quien se ve mayor, cabello canoso corto, maquillaje impecable, ojos color verde y su vestuario es color beige.
—Disculpe señora —Me disculpo al reconocerla —Enseguida vuelvo al trabajo.
—¿Cuál es tu nombre?
—Belinda
—¿Belinda que?
—Belinda Uriarte —Estoy segura de que me reportará al verme distraída en horas del trabajo de todas formas ya renuncie.
—¿Y por qué lloras Belinda Uriarte?
—Tonterías
—¡Abuelita! —Fuimos interrumpidos cuando escuchamos el grito de Fernando
Él se acercó prácticamente corriendo y le dio un abrazó a la señora seguida de un beso en la mejilla.
—Mi nieto favorito
—El único, no sabía que venías abuela. Debiste decirme así te recogía en el aeropuerto.
—Vine con Mariana, no puedo perderme la boda de mi única nieta.
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