La obsesión del CEO mafioso. romance Capítulo 99

-¿Qué haces aquí? -Le grite levantándome de la silla.

Me duele muchísimo el hacerlo, pero la adrenalina es tan fuerte que no siento absolutamente nada. El sentimiento que predomina en mi ser es el dolor, pero; principalmente, la rabia y el enojo.

Sino le grito lo que merece es porque no quiero perturbar el descansó de mi princesita adorada.

-No es evidente, vine a despedirme de mi hija.- Alega

-¡Lárgate! -Le exige Fernando

-¡Yo tengo más derechos que cualquiera de ustedes! -Se dirige a Emiliano y Fernando. -Era mi hija, nuestra hija Belinda. Mi lugar es contigo Bell, con mi mujer-Él intenta acercarse a mí con intenciones de abrazarme, pero Emiliano se interpone.

-¡Está bien! -Le pido a Emi y este se aleja.

Diego se acerca a mí y extiende sus brazos, pero antes de permitir que me toque estreche mi puño en su mejilla.

Que Diosito y mi Sarita me perdonen, pero no logré contenerme.

-¡Tú la mataste y ahora vienes aquí a fingir dolor! ¡No eres más que un cobarde y un asesino, pero te juro que lo pagarás, Diego Valencia! ¡Te lo juro sobre la tumba de mi hija porque era solamente mía!. -Deje caer un par de lágrimas

-El único asesino es el mi amor -Él señala a Fernando -Él provocó ese accidente porque no toleraba que tú tendrías un hijo mío. Debería estar en prisión.

-¡Hijos por favor! -Nos pide el sacerdote

-¡Yo nunca te lastimaría a ti ni a mi hija!-Es todo lo que dice antes de dejar las rosas a su lado y marcharse junto con su padre.

Simplemente, sollocé entre los brazos de mi tío mientras continúa la ceremonia.

Cuando llegó el momento de cargar el ataúd un familiar podía hacerlo y a pesar de que yo me encuentro muy débil decidí hacerlo aunque Emiliano me ayudó a llevarlo hasta su lugar de descanso.

Deje un beso en la madera antes de observar como lo colocaron en la tierra y los familiares le dejábamos flores y presentes arriba de la madera antes de cubrirlo con tierra.

No logré contener mis lágrimas al observar como lanzan tierra y va desaparecieron mi pequeña de mi vista. No sé si existe la vida después de la muerte o el cielo, pero la realidad es que mi pequeña ya no está.

Sentí que unos brazos rodean mi cintura y unos labios en mi mejilla al levantar la vista me percaté de que el dueño de ese azul intenta reconfortarme.

-Eres la mujer más fuerte que he conocido en mi vida y te prometo que saldremos adelante juntos. -Él lleva sus manos a mis mejillas deteniendo mis lágrimas y yo simplemente reposé mi cabeza en su hombro.

Pude observar la mirada de Emiliano y este tomó mi mano ejerciendo fuerza en ella.

Cuando termino la ceremonia ellos se alejaron y les pedí que me dejarán a solas en el sepulcro de mi pequeña.

-Mi bebita yo te juro que te amo con todo mi corazón y nunca te olvidaré. No sé cómo ni cuando, pero me encargaré de que el pague lo que te hizo, te lo juro.

Sentí unos brazos en mi hombro y cuando me voltee me percaté de que se trata de la madre de Emiliano quien me abraza.

-Nadie mejor que yo entiende como te sientes mi amor y no te mentiré nunca lo superas, pero debes aprender a vivir con ello.

-Me quiero morir Catalina

-No digas eso mi amor, debes encontrarle un sentido a tonto dolor.

Fuimos interrumpidos cuando su hijo se acercó al lugar y ella le dio un abrazó para luego acercarse a mí.

-Perdón.

-El único culpable se llama Diego Valencia

Él simplemente me estrecho entre sus brazos y dejo un besó en mi mejilla.

-Bell debemos irnos

-No quiero dejarla solita -No logró controlar mis sollozos

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