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Sylvain arqueó una ceja. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. "Pensé que eras... tímida. Solo he conocido a dos tipos de mujeres; las que no pueden apartar los ojos de mí y las que evitan mirarme. Sin embargo, todos comparten una similitud: hago que sus corazones se aceleren...".
Su audaz demostración de confianza fue impactante para Arianne. Parecía que era bastante narcisista. Ella admitió que era muy guapo. Tenía estilo, apariencia y dinero. Si él fuera su tipo, habría estado bien. Quizás ella le dedicaría algunas miradas extra. Sin embargo, no lo era. ¿Por qué estaba hablando tanto? Se acababan de conocer y no eran cercanos. Tosió con torpeza antes de aclararse la garganta y decir: "Mi corazón no se acelera. Simplemente no estoy acostumbrada a tener gente tan cerca de mí y a coquetear conmigo. En cualquier caso, al Sr. Yaleman no le importará. Puede hacer una caminata ahora para buscar inspiración si lo desea...".
Sylvain se sorprendió. Se alejó en la silla. “Solo te estaba tomando el pelo. No eres divertida”.
Arianne exhaló un suspiro de alivio. Todo lo que quería hacer era ir a casa después del trabajo para ver a Mark para poder limpiarse los ojos. No quería deformar su sentido estético por ese hombre sentado a su lado. Mark era infinitamente más agradable a sus ojos. Podía mirar a Mark durante más de diez años sin aburrirse de su rostro.
Casi al final de la jornada laboral, recibió una llamada de Mark. Él le informó que tenía asuntos urgentes que atender y que no podría recogerla del trabajo. Dijo que también podría llegar tarde a casa. Ella le aseguró que encontraría su propio camino a casa. Sabía lo ocupado que estaba. Después de todo, incluso tuvo que hacer un viaje de negocios durante la temporada navideña.
Justo cuando estaba empacando su bolso, Sylvain agitó las llaves del coche. "Tu esposo no te recogerá, ¿verdad? Te llevaré a casa. No tengo nada más que hacer de todos modos, y podemos discutir el trabajo en el camino. Veamos si puedes inspirarme un poco".
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