La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 333

De camino a casa, Arianne se volteó hacia Mark y le preguntó, “Hablaste con Jackson, ¿verdad? ¿Por qué lo hizo?”.

Mark le dijo la verdad. “Ese hombre es una escoria. Dile a Tiffany que se mantenga alejada de él”.

Finalmente, ella entendió lo que pasó. “¿Por qué no lo dijiste en primer lugar? Le diré a Tiffie. Pero, ¿por qué no le explicaste esto de inmediato? Eso habría sido más sencillo”.

Él la miró fijamente, como si estuviera mirando a un idiota. “A veces, ser directo te hace parecer un idiota, ¿no lo sabías? No hay nada de malo en tener tacto”.

Eran las once de la noche. El Café de Bahía Agua Blanca había cerrado por ese día. Jackson entró en el garaje con las llaves del coche en la mano. Acababa de llegar a su coche cuando un grupo de hombres salió repentinamente de la oscuridad. Ken emergió complacido desde detrás de un Mercedes-Benz. “Oye, estúpido, ¿te divertiste golpeándome?”.

Jackson lo miró inexpresivamente. “Estarías en el hospital si alguien no me hubiera detenido”.

Ken se tocó la cara, que estaba envuelta en vendajes, y luego escupió al suelo. “Habla, ¿por qué me pegaste? No planeo dejarte ir, pero me gustaría saber por qué. No creo que te haya conocido antes. ¿Dónde encontró el dueño de un restaurante podrido como tú las pelotas para hacer eso?”.

Jackson sonrió. “No necesito una razón para golpear a alguien. Dame tu mejor golpe”.

Ken agitó la mano y más de diez hombres comenzaron a rodearlo. Había contratado a artistas marciales entrenados, porque previamente había determinado que Jackson era un luchador experto. Por lo tanto, no fue descuidado en absoluto.

Independientemente de lo hábil que fuera Jackson, seguía siendo uno contra más de diez hombres. Media hora después, había logrado derribar a todos los demás, excepto a Ken. Sin embargo, no estaba mucho mejor que el resto. Podía sentir que al menos dos de sus costillas estaban rotas y su muñeca izquierda se había dislocado. Afortunadamente, todavía estaba de pie.

Ken lo miró como si estuviera mirando a un monstruo. “¡Tienes suerte que eres rudo!”.

Jackson se limpió la sangre de la cara y caminó hacia Ken. “Tu turno”.

Ken entró cojeando en su vehículo y se retiró acelerando en su coche. Jackson no corrió tras él. En cambio, se apoyó contra su coche y se desplomó. Luego, llamó a Mark. No llamó de inmediato al 911 porque temía que los medios de comunicación y su madre, Summer West, se enteraran. No quería convertir esto en un gran escándalo.

Arianne acababa de quedarse dormida cuando sonó el teléfono de Mark. Tenía miedo de asustarla, así que contestó el teléfono un segundo después. Bajó la voz y preguntó, “¿Qué pasó?”.