La Pequeña Novia del Sr. Mu romance Capítulo 429

Mark negó con la cabeza. “Está bien. No te preocupes por ellos. Él no hará nada imprudentemente incluso si no la lleva de regreso a casa”.

Arianne no estaba tan preocupada cuando se trataba de Jackson. Solo le preocupaba que fuera peligroso, ya que ambos habían bebido. “Está bien… Uh… solías frecuentar el bar, ¿eh? La gente allí parece estar familiarizada contigo…” ¡Por supuesto que sí, esa mujer coqueta ya se estaba pegando a él!

“¿Celosa?” Mark preguntó en lugar de responder.

“¡No! Vamos a dormir,” Arianne negó con un puchero.

Mark ajustó su posición y tomó a Arianne completamente en sus brazos. “Mañana te llevaré de vacaciones. No puedes decir que no”. Él lo había pensado. Con la ruptura de Ethan y Tiffany, sólo podía retrasar las cosas, llevarse a Arianne y evitar que entrara en contacto con Ethan y la carta. Tomaría todo el tiempo que tuviera para prolongarlo.

Arianne no lo rechazó, pero también puso una condición. “¿Podemos llevar a Tiffany también? Ella acaba de romper con Ethan, por lo que también necesita una distracción. Además... se volverá incómodo ir a solas contigo. ¿Podemos?”.

Mark estuvo de acuerdo sólo después de un momento de vacilación. “Bueno…”.

Tenía miedo de que ella no quisiera ir. Siempre que ella aceptara irse de aquí con él temporalmente, olvídate de Tiffany, él diría que sí incluso si tuvieran que traer Bola de Arroz.

Comparado con su comodidad, Jackson estaba teniendo un infierno. Su casa era la única iluminada entre todas las demás villas de Bahía Agua Blanca. Tiffany había vomitado desde que llegó y él solo pudo ayudarla a sostenerse amablemente, temiendo que se cayera al inodoro...

Después de vomitar, Tiffany estaba disgustada consigo misma e insistió en ducharse. Jackson la esperó en la puerta, agarrándole a la bata. Siempre que no salía ningún sonido del baño, él tocaba hasta recibir su respuesta.

De repente, al escuchar el sonido de cepillarse los dientes en el interior, Jackson se estremeció. “¡No me digas que estás usando mi cepillo de dientes!”.

Envuelta en una toalla, Tiffany abrió la puerta ligeramente y asomó la cabeza. Todavía tenía espuma de pasta de dientes blanca en la boca. “¿Tu cepillo de dientes? ¿No es esta mi casa?”.

“No importa… Cepíllate los dientes. De todos modos, acabo de cambiar el cepillo de dientes. Siempre y cuando no te importe que lo haya usado antes...”