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Tiffany detuvo lo que estaba haciendo, se levantó y lo enfrentó. “¿Quién dijo que podía comer con Alejandro, que contactar a Lynn no debería ser un problema? ¿No sabes nada en absoluto? Tienes mucha tolerancia. He estado fuera durante dos días y nunca me llamaste ni me enviaste mensajes de texto. ¿Sigo siendo importante para ti? ¿Lo soy? ¿Pensaste siquiera en bajar para abrirme la puerta cuando llegué a casa hace un momento? ¡Probablemente no hubiera podido entrar si hubiera venido aquí por mi cuenta!”.
Jackson volvió a guardar silencio. Como era de esperar, era inútil tener una conversación razonable con una mujer. Él sabía que ella se estaba quedando en casa de Arianne, por eso no llamó. Si ella no iba a volver a casa, ¿no terminarían peleándose si él llamaba? ¿No sería mejor pelear en su propia casa? Él había estado esperando a que ella regresara a casa para que pudieran resolver esto juntos… ¿Quién hubiera pensado que se quedaría fuera por dos días?
Él se preguntaba por qué no abrió la puerta ella misma cuando llegó a casa; ella claramente tenía las llaves. También se preguntaba por qué eligió golpear la puerta en lugar de llamarlo. ¿Por qué estaba tan preocupada sobre si podía entrar o no? No había ninguna razón para que existiera este problema en absoluto…
Su silencio provocó otra ola de furia de Tiffany. “Bien, hablar es una acción demasiado preciosa para ti. No pondré mis esperanzas en recibir más palabras de oro tuyas. Sacar tanto de ti es realmente más que suficiente para mí. ¡No debería haber vuelto hoy!”.
Luego se inclinó y siguió haciendo las maletas. Él agarró sus atroces maletas y las arrojó al armario. “¿A dónde crees que vas? ¿Hm? ¡Métete en la cama y vete a dormir!”.
Tiffany se mordió los labios y caminó hacia la puerta. “Tú duerme si quieres. No retrasaré más tu tiempo de sueño”.
Él dio un paso adelante y la detuvo, suavizando su tono cuando dijo: “Detén esto, ¿de acuerdo? Ya es tarde. ¿Adónde vas?”.
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