El asunto seguía fermentando en la red sin parar.
Hasta arrastraron a Evaristo y Rosalía para darles su buena descarga de insultos.
Dijeron que Evaristo era un aprovechador que había usado a la madre de Vanessa para codearse con la alta sociedad, pero que anduvo por ahí con una amante, ¡y hasta había tenido una hija ilegítima!
En los círculos de damas de alta sociedad de San Cascada, ya eran muchas las que no aguantaban a Rosalía, y ahora, Rosalía había sido totalmente expulsada del grupo.
Las acciones de Grupo Joya también se desplomaban una y otra vez.
Vanessa vio todo eso y se rio con satisfacción.
Ay, que gustazo.
Eso era justo lo que quería, ¡machacarlos hasta que no pudieran más!
"¡Vanessa! ¿Vas a venir a clases o no? Si no apareces, vete de la escuela, ¡lárgate!".
De repente, saltó un mensaje en su celular.
Vanessa contuvo la risa.
Le respondió al tutor con un mensaje, le dijo que mañana sin falta estaría en la escuela.
¡Todavía tenía cuentas por saldar en ese lugar!
Armando salió del baño y vio a Vanessa tumbada en la cama con su celular, parecía estar pensando en algo.
Se acercó y le dio una palmada en el trasero con naturalidad: "Levántate y siéntate bien, no estés tanto con el celular, te dañará la vista".
Vanessa en realidad aún no se acostumbraba a su cercanía, se sentó y sin querer echó un vistazo a Armando.
Se quedó con la mirada fija...
Estaba sin camisa, sólo tenía una toalla alrededor de la cintura y sus piernas largas y musculosas se movían frente a ella.
"Ejem, Armando, mañana iré a la escuela". ¡Vanessa cambió de tema!
"Bueno, yo te llevaré". Armando respondió sin más: "Ya es tarde, a dormir".
Armando apagó la luz al terminar de hablar y dejó sólo la pequeña lámpara de la mesilla encendida.
Luego, se acercó a la cama en dos pasos y presionó a Vanessa debajo de él.
"¡Armando!".
"Sólo te voy a abrazar, no te tocaré".
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