Evaristo y Rosalía se pegaron un buen susto, hasta Lorena dejó de llorar, se quedó allí parada mirando fijamente a la puerta. Un montón de guardias vestidos de negro, altos y musculosos se plantaron en la entrada, emanaban una vibra que helaba la sangre.
¿Por qué aparecieron de repente esos tipos tan rudos?
¡La familia Joya no había ofendido a nadie últimamente!
Cuando Evaristo estaba cagado de miedo, del grupo de guardias vestidos de negro se abrió a los lados y con mucho respeto gritaron: "¡Señora!".
"¡Vanessa!".
Al ver a la chica que entraba lentamente, Evaristo se enojó de nuevo. Esa hija desgraciada debería haber vuelto a pedir perdón, ¿por qué armó semejante escándalo?, ¿qué diablos quería hacer?
¡Casi pensó que habían venido sus enemigos!
"¿Para qué trajiste a toda esta gente? ¡Parece que no sabes comportarte!". Al saber que eran los de Vanessa, el miedo de Evaristo se disipó, estaba que echaba humo: "¡Mira lo que le has hecho a tu hermana, ven aquí y ponte de rodillas para pedirle perdón!".
Vanessa soltó una risita, se sentó tranquilamente en el sofá, pasó la mirada por Rosalía y Lorena y dijo con tono indiferente: "¿Pedirle perdón? ¿Ella se lo merece?".
"¡Creo que lo que necesitas es que te den una buena paliza!".
Evaristo se acercó en pocos pasos y levantó la mano para darle una bofetada con furia, pero antes de que pudiera tocar a Vanessa, uno de los guardias le dio una patada que lo hizo retroceder varios pasos. Por suerte, Rosalía y Lorena lo sostuvieron.
Vanessa apoyó su barbilla en la mano y sus ojos brillaron con una sonrisa.
"Vanessa... somos familia, ¿para qué hacer semejante escándalo? Mira cómo has enfurecido a tu papá". Rosalía sonrió dulcemente como una madre amorosa: "Hazle caso a mamá, ¿puedes pedirles a estos tipos que se vayan?".
Vanessa la miró fijamente y no dijo ni una palabra.
Así que...
¿De dónde sacó la confianza para llamarse "mamá"?
Después de esas palabras, hasta Rosalía tuvo problemas para mantener la sonrisa.
Vanessa siempre fue muy amable, ¿por qué ese día parecía otra persona?
"¡Vanessa! ¿Crees que por engancharte con el Sr. Armando ya puedes menospreciar a tus padres que te dieron la vida?". Evaristo estaba tan enojado que casi se desmayó: "Igual que tu madre, las dos no valen nada...".
Los ojos de Vanessa se volvieron aún más fríos, tan fríos que hasta Evaristo se sintió intimidado, bajó la voz y dijo entre dientes: "Cuando esta gente se vaya, vamos a arreglar cuentas".
"Claro, arreglemos cuentas". Vanessa se rio con frialdad y tomó una revista de la mesa al azar: "De hecho, por eso vine, para arreglar cuentas con ustedes".

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