Sabiendo que toda la discusión en la habitación del hospital había llegado a oídos de la abuela, Cristina no se sorprendió ni un poco.
Con una persona como la abuela, lo mejor era ir directo al grano.
—Abuela, hace cuatro años, ¿usted me buscó porque él se enamoró de alguien que no debía, y quería separarlos?
Los ojos de la abuela brillaban, pero su expresión era imposible de descifrar.
—¿Quién vino a decirte esas tonterías?
Cuatro años atrás, para evitar que Julieta se metiera en el matrimonio de Octavio, la abuela “coincidió” en el hospital con Cristina, quien estaba desesperada por pagar los tratamientos médicos de su familia, y le ofreció dinero para que aceptara casarse.
Nadie imaginó que Octavio, siempre tan orgulloso y distante, quedaría cautivado por Cristina desde el primer instante.
Después de la boda, su preferencia por Cristina se hizo evidente para todos, tanto que hasta la abuela creyó haber formado una pareja ideal.
Pero en apenas cuatro años, todo se había ido al traste.
—Antes de casarse contigo, Octavio no tenía novia ni prometida. Lo bien que te ha tratado estos años, yo lo he visto con mis propios ojos. Lo importante entre esposos es la confianza.
Cristina notó que la abuela evadía su pregunta.
—Y si... todo fue una farsa para que usted lo viera?
La expresión de la abuela se endureció de inmediato.
—¡Eso no puede ser! Mientras yo esté viva, no voy a permitir que la familia Lozano se meta en escándalos.
Pero era Octavio. Él nunca dejaba entrever lo que sentía, era imposible descifrarlo.
Si él quería hacer algo, ¿quién podía detenerlo?
Cristina bajó la mirada y guardó silencio.
La abuela conocía bien el carácter de Cristina.
Por fuera parecía tranquila, pero por dentro era terca como una mula.
Si no despejaba sus dudas, esa muchacha jamás se quedaría tranquila junto a su nieto.
En ese momento, la abuela se puso de pie y llamó al mayordomo por teléfono.
—Que pasen todos.
La puerta del despacho se abrió. Sebastián y su esposa, junto con Octavio, ya estaban esperando en el umbral.
Sebastián entró primero, hablando mientras caminaba.
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