Penélope frunció el ceño mientras preguntaba:
—¿De verdad estás aquí para invertir en nuestra empresa?
Samuel se rio mientras respondía:
—¡Por supuesto! ¿Para qué otra cosa podríamos estar aquí?
Todavía desconfiada, su tono fue cauteloso al preguntar:
—¿Cuánto piensan invertir y cuáles son las condiciones?
Una estruendosa carcajada escapó de los labios del hombre.
—Siempre me ha gustado hacer negocios con gente tan directa como tú. No te distraes ni un momento… He investigado sobre su empresa y sé que quieres completar el proyecto del Centro de Comercio de Oriente, y teniendo en cuenta el anticipo y otros gastos, necesitarás al menos quinientos millones. Debes saber que quinientos millones no es precisamente una cifra pequeña, pero tampoco es una cantidad que la familia Sosa no pueda permitirse.
Penélope se quedó visiblemente sorprendida por sus palabras:
—¿Quieres invertir quinientos millones en nosotros?
Samuel sonrió:
—Sí.
Quinientos millones era exactamente la cantidad que Grupo Cruz necesitaba para el proyecto. Si Samuel realmente quería invertir en ellos ahora, serían unos fondos muy necesarios. Sin embargo, ella sabía que la familia Sosa nunca sería tan amable como para ayudarla en sus horas de necesidad. Así, mirándolo fijamente, pronunció sus siguientes palabras con cuidado:
—Qué generoso es usted, señor Sosa. Pero tal vez deberíamos discutir primero sus condiciones; me preocupa que no pueda aceptarlas.
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