—¡Señor Blandón! Amanda es la persona que me contrató para hacer esas fotografías. Ella es la persona con la que debería tratar. En cuanto a las fotos, se las entregaré si las paga —dijo Leonor con determinación.
No le gustaba que Claudio siguiera mencionando a Miguel en su conversación. Tenía que hacer todo lo posible para proteger a su hijo. Claudio fijó su mirada en ella mientras pensaba las cosas en silencio:
«0 bien se acostó con otra persona después de irse al extranjero porque necesitaba dinero o bien Miguel es en realidad el bebé que los médicos dijeron que había muerto de forma prematura».
La noche se acercaba y nadie decía una palabra. El ambiente se volvió tenso a medida que el reloj avanzaba y Leonor al fin se retractó.
»Bien, Señor Blandón. Ya no quiero el dinero. Borraré todas las fotografías como usted quería. ¿Puede dejarme ir? -suplicó Leonor mientras luchaba contra las lágrimas en
sus ojos.
Claudio apartó la mirada y giró despacio hacia la ventana, con la mirada fija en la noche.
-¿Qué dirá entonces tu jefe? ¿Cómo vas a pagar la indemnización?
—Eso no es asunto suyo, Señor Blandón —la voz inquebrantable de Leonor resonó a su espalda.
Claudio levantó las cejas y sonrió mientras la agarraba de la mano. Leonor frunció el ceño cuando su agarre se hizo más fuerte alrededor de su brazo. Este hombre era demasiado difícil de leer para ella. Tenía una sonrisa en la cara y, sin embargo, no había el más mínimo indicio de calidez en sus ojos. Leonor pensó que era mejor permanecer en silencio. Era mejor decir menos frente a un enemigo insondable.
«Has cambiado mucho —su voz atravesó la noche.
-¿Qué?
Leonor lo miró perpleja. «¿Te conozco? ¡Acabamos de conocernos!».
Claudio por fin la soltó tras un breve silencio. Leonor perdió el equilibrio y se desplomó sobre la cama. Claudio miró su estado desaliñado y decidió ayudarla.
«¿Una oportunidad? ¿Por qué me resulta familiar?».
Leonor descartó el pensamiento y sacudió la cabeza con decisión.
-No, Señor Blandón. No aceptaré la oferta. Como he prometido, borraré todas las fotografías. Gracias por haber acudido hoy en mi ayuda. En cuanto a lo que ocurrió la noche que fui con Amanda, tenga por seguro que no lo perseguiré por dinero. Todos somos humanos y tenemos nuestras necesidades. Nos separaremos aquí y no lo molestaré nunca más.
Mientras hablaba, agarró su ropa y huyó del condominio. La mirada de Claudio la siguió mientras salía a toda prisa.
«¿Todos somos humanos y tenemos nuestras necesidades? Sin embargo, no parece que tú misma lo hayas asumido. Leonor Sandoval, eres un verdadero enigma. O eres muy buena fingiendo, o es que nunca te conocí de verdad».
Leonor salió corriendo del condominio como una presa que escapó por poco de las fauces de su depredador. La fría brisa del exterior la refrescó y se dirigió a la avenida. De repente se le ocurrió que no podía volver a casa vestida así.

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