Cap. 16: NEGOCIOS – PARTE II
Mientras tanto, Ricardito está sentado en la cama esperando a que Brizna salga del baño.
Al verla salir le dijo:
—Tía Brizna, Marcus y Maiara han desaparecido del portón.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?
—Tía yo los vi que estaban hablando con tía Sofía. Vine a decirte, pero estabas encerrada yo te llamé pero con esos audífonos, me devolví al jardín, pero ya no estaban los niños.
—¡AY! ¿Cómo le digo a Isabel?…
Brizna corrió a la casa del frente.
—Espérame aquí Ricardito y, por favor, ni te asomes a la puerta, nadie debe saber que estás aquí.
Brizna salió a recibirla cuando la mucama le aviso.
—Hola Brizna, ¿a qué debo tu visita?
—Sofía no hace falta que finjas delante de mí, sé que tienes a Marcus y a Maiara, los niños de Isabel.
—¿A quiénes? ¿Es que hay más además de Ricardito? —fingió sorprenderse.
—Sofía, tu eres hermana de Isabel, esos niños son tus sobrinos, tu deber es cuidarlos y protegerlos. No seas mala con Isabel.
—Tú no sabes nada de mí, para que me des consejos…y si los niños desaparecieron no veo por qué tengas que venir a buscarlos aquí.
Sofía dejó toda la responsabilidad de la desaparición de los niños a Brizna, quien salió molesta, pues Ricardito la vio claramente a ella.
Brizna marcó el número de Isabel, quién contestó:
—¿Qué le pasó a mis hijos!
—Isabel, los niños están desaparecidos.
—¿Cómo que desaparecidos?
—Sí, Isabel. Yo fui al baño con los audífonos y los niños quedaron en el patio trasero jugando, cuando salí Ricardito me estaba esperando para decirme que los niños habían desaparecido de la casa.
Isabel sintió que su corazón se paralizó por un instante, pensó en Ricardo, en Marcos Del Hoyo, pensó en su padre y entonces, con ese atisbo de madre en su pecho, preguntó.
—¿Ricardito no vio para dónde se fueron o si alguien los llevó?
—Isabel, él dice que vio cerca a la tía Sofía, pero yo fui hasta la casa vecina y Sofía esta sola allí y me dice que ella ni siquiera sabía que habían más niños…
—Eso es cierto, pero… Ricardito no dice cualquier cosa… si Ricardo dice que ella estaba cerca, indudablemente es así. Pero ¿Qué los hizo?
—Voy a poner la denuncia Isabel, no sabemos realmente que pasó y si fueron ellos y me lo negaron, no es para nada bueno. Eso me preocupa.
—No, Brizna, eso fue mi padre —Su voz se quebró— me duele confirmarlo, pero es así… Él los tiene para entregarlos a los Del Hoyo a cambio de reinversión en la constructora. No pongas la denuncia, yo salgo para Madrid ya.
***
En la mansión Del Hoyo…
—¡Ricardo¡… —Exclamó Iker, perdiendo la emoción que traía— ¿Y Marcos?
—No, mis padres aún están en Ibiza, pero siéntese y dígame en que le puedo ayudar. Si se trata de negocios para eso estoy yo.
—Bueno, es que yo sé que mis modos y los de tu padre no son bien vistos por ti, pero yo te diré a qué vine.
—Le oigo.
—¡Buff! ¿Qué me estás queriendo decir?…
—¿Qué le parece si ajustamos eso mientras yo arregló la situación con mis hijos? Con esa inyección de capital usted estaría tan ocupado con la reapertura a gran escala de la Constructora Del Castillo, que no tendría tiempo para decir nada a sus grandes amigos. ¿No le parece?
—Sabes qué Ricardo, eres una bestia para hacer negocios. Yo a partir de este momento soy totalmente mudo, me olvidé del número de teléfono de mis amigos, y esperaré hasta que Marcos y Mara estén regresen.
—Entonces estamos de acuerdo Don Iker. Mañana mismo hago los trámites pertinentes con el banco y mis contactos, la maquinaria y los equipos de oficina llegarán mañana, nuevos todos.
—Pero hay algo que necesitamos urgente también…
—Don Iker, ya le dije que lo de la constructora va por mi cuenta, también le pondré una alta suma de dinero para que disponga de liquidez.
—Gracias, pero es que también necesito un auto nuevo, del año, como ese Mercedes blanco que vi en tu garaje, lo quiero en gris plomo. ¡Ah! Y para mi bella Sofía un convertible. Eso es todo.
—No exagere don Iker, no exagere, mi paciencia es corta y usted lo sabe.
—Sólo asomé la posibilidad, muchacho… Sólo eso.
Ricardo entendió el doble filo de esas palabras y le respondió:
—Lo pensaré don Iker. Lo pensaré.
Ricardo del Hoyo, hace una semana atrás cuando regresó del puerto, tras la sospecha de cualquier movimiento de Isabel, porque él la amenazó con quitarle a los niños, colocó a otro detective para que vigilara a los Del Castillo y a Brizna, el detective le llamó esa tarde:
—Señor Ricardo, su cuñada Sofía se llevó los niños de la casa de Brizna y los entregó a don Iker, este los subió en su auto, lo voy siguiendo, creo que va a su casa con ellos.
Ricardo se fue a su casa a sacar a Eneida con algún pretexto y a recibir él a Iker.
« Tengo que evitar a toda costa que mi padre se entere que ya tengo los herederos que ellos quieren, por ahora tengo otros planes »

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