Resumo do capítulo Capítulo 9 do livro Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 9, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Hombre lobo continua a emocionar e surpreender a cada página.
El punto de vista de Ernesto.
Esperé todo el día a que Amelia se acercara a mí y me rogara que la perdonara y se quedara, pero ella nunca lo hizo.
"Prepara un acuerdo de divorcio", le dije a Hugo. "Dale un Maserati, la villa en el suburbio y 50 millones de dólares".
Si de verdad quería el divorcio y estaba decidida a romper nuestro vínculo de pareja, por lo menos tenía que compensarla por los tres años que estuvo casada y unida a mí.
Cuando dijo que no quería compensación, no le creí. No tenía nada; ¿cómo iba a sobrevivir así?
Pero, ¿en serio iba a divorciarse de mí y romper nuestro vínculo de pareja?
Al pensar en los tres años que pasamos juntos, lo único que recordaba era cómo se le iluminaban los ojos cada vez que me veía, cómo atendía todas mis necesidades con paciencia y alegría, y cuánto me quería.
¿Cómo podía separarse de mí? ¿Aún pretendía hacerse la dura porque la obligué a arrodillarse y disculparse ante Maia? Pero se lo merecía. Amelia fue muy cruel con ella.
No había nada entre Maia y yo, pero se puso celosa. Incluso si tuviera celos, no tenía motivos para intentar matarla a ella o al bebé de mi hermano fallecido.
Había pensado en esto desde que mi compañera me pidió que pusiera fin a nuestra relación. Sus palabras se repetían en mi mente como un disco rayado. Y para ser honesto, tenía una sensación indescriptible al respecto.
'Alfa Ernesto, te he estado esperando más de quince minutos en el altar de la Diosa Luna. No me digas que el poderoso alfa de la Manada Garra Roja se va a retractar de sus palabras respecto a divorciarse y romper el vínculo de pareja conmigo', escuché de repente la fría voz de Amelia a través del enlace mental.
Me molestó y enfureció su voz seria, sus palabras burlonas y el modo en que me llamaba alfa Ernesto en lugar de decir mi nombre.
¿Era ya la hora? Miré el reloj de pared y me di cuenta de que me había retrasado diez minutos.
Agarré el acuerdo de divorcio que había redactado Hugo y le eché un breve vistazo para asegurarme de que había escrito todo lo que le había pedido. En cuanto lo comprobé, me levanté y me dirigí hacia el altar de la Diosa de la luna.
'Ernesto eres un id*ota', gruñó Roberto.
'¿Por qué soy yo el id*ota? La que está empeñada en divorciarse y separarse es ella', repliqué irritado.
'Si no lo hubieras mencionado antes, ¿ella lo hubiera querido?', me siguió gruñendo Roberto.
Lo que dijo mi lobo me hizo darme cuenta de que, en efecto, fui yo quien se lo buscó.
'En lugar de hacer esto, podría arrodillarse y pedirle disculpas a Maia', bufé.
'¡Ella no lo hizo! ¡Estás idi*tizado por esa m*ldita de Maia!', me gritó Roberto.
'Si vuelves a hablar mal de Maia, pondré un muro entre nosotros', gruñí. Aunque no estuviera enamorado de ella, no permitiría que nadie hablara mal de la mujer a la que amaba mi hermano.
'¡Eres un est*pido de m*erda! Te arrepentirás de esto!', me volvió a gritar.
No le hice caso y seguí caminando hacia el altar de la Diosa Luna con el acuerdo de divorcio en la mano.
Me sorprendió ver a Amelia cuando llegué a mi destino. Tenía un aspecto diferente al habitual. Estaba... guapísima. Llevaba un minivestido amarillo claro, el cabello largo y negro rizado y la cara ligeramente maquillada.
No sabía por qué, pero su magnífico aspecto me disgustaba.
"¿Estás segura de que quieres esto? ¿Lo has pensado bien? No habrá vuelta atrás una vez que lo hagamos", le dije, aún pensando que entraría en razón.
"He tomado mi decisión. Como te he dicho antes, ya no quiero tener nada que ver contigo ni con tu manada", dijo con firmeza.
Apreté las manos con fuerza ante su respuesta, me limité a decirle que estaba bien si ella lo había decidido.
Le entregué el papel del divorcio y un bolígrafo. Lo leyó con atención y empezó a tachar las compensaciones escritas, lo que me dejó atónito. ¿De verdad no quería nada de mí?
Sin que pudiera pensar en nada más, la vi firmar el acuerdo de divorcio con rapidez y decisión. Me devolvió el papel y el bolígrafo y se arrodilló ante el altar.
Solté un grito ahogado cuando otro dolor en mi corazón empezó a invadirme de nuevo. Me sentí sofocado y no podía respirar. Duró solo unos segundos, pero fue aún peor que el sufrimiento anterior.
Mi cuerpo dejó de temblar poco a poco y me senté, reuniendo fuerzas y regularizando la respiración.
De reojo, vi a Amelia moverse. Sus movimientos eran lentos y aún temblaba un poco. Se secó las lágrimas, se puso en pie y se marchó sin mirarme siquiera.
Observé todo en silencio y me pregunté cómo podía ser tan fría. ¿Por qué había cambiado tan rápido? Seguro que empezó a salir con otro hombre, igual que hizo conmigo hace tres años. Por eso ahora se mostraba fría e indiferente hacia mí. Pensar en eso me enfureció.
Me puse en pie, la alcancé y agarré su mano. Se dio la vuelta para mirarme y, al ver su rostro pálido, mi ira se disipó un poco.
"Ernesto, ya no somos compañeros. A partir de ahora, no tenemos nada que ver el uno con el otro y somos dos extraños", dijo antes de que yo pudiera decir algo.
La ira que se había disipado volvió a crecer en mi interior. "No pienses que ahora te puedes ir sin ninguna carga solo porque ya no seamos compañeros. Aún tienes que asumir la responsabilidad de empujar a Maia por el acantilado y matar a su bebé", espeté.
Me apartó la mano de un manotazo, me miró como si fuera una basura repugnante y me contestó con desprecio. "No te preocupes. Acabaré con el asunto, pero no con mis disculpas".
Luego se dio la vuelta y se alejó erguida sin decir nada más.
Su actitud intrépida me enfurecía aún más, y me alegraba de que hubiéramos roto nuestro vínculo de pareja. «¿Quién querría estar emparejado con alguien tan cruel como ella?», bufé.
Pero...
Para aliviar el dolor persistente de deshacer el vínculo de pareja en mi corazón y en mi cuerpo, me froté el corazón con una mano.
De algún modo me sentía... vacío.
Y era algo inquietante.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo