Resumo de Capítulo 10 – Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo por Internet
Em Capítulo 10, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre lobo Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Mi ex-Luna rechazada, vuelve conmigo.
El punto de vista de Amelia.
En cuanto me subí al auto, mi cuerpo empezó a temblar y las lágrimas comenzaron a caer de nuevo.
Estaba lista para soportar el dolor que implicaba romper mi vínculo de pareja, pero esto fue más aterrorizante de lo que había pensado.
Lo peor fue que, cuando me encontré con la mirada de Ernesto, sentí que ya no había ningún vínculo entre nosotros. Sin importar cuánto intentara decirme a mí misma que no lo amaba más, la sensación de no estar unida a él seguía siendo desgarradora.
Permanecí en mi auto, sin preocuparme por arrancar, me permití llorar y sobreponerme a la pena.
Alexa seguía lloriqueando, sabía que estaba dolida por ello.
"Alexa..", dije su nombre con suavidad, pero no respondió, así que decidí no molestarla. Necesitaba tiempo para reponerse, igual que yo.
Lloré hasta quedarme sin lágrimas y sin calidez en mi corazón. «Él ya no es mi compañero y no lo amo», me dije, y esta vez sentí que era verdad.
Encendí el auto y me dirigí a la Manada Novilunio para ver a Lola.
"¡Amelia!", en cuanto llegué a la manada, la vi y ella saltó a mis brazos. "¿Estás bien?", preguntó preocupada.
Le sonreí y respondí: "Estoy mucho mejor. He roto mi vínculo de pareja con Ernesto y ya no es necesario que me quede en la Manada Garra Roja".
Me miró con desconfianza. Sabía lo doloroso que era romper ese vínculo y pude darme cuenta de que dudaba de que yo estuviera en verdad bien.
Me reí y le acaricié la cabeza. "Fue una experiencia dolorosa, pero me sobrepuse y ahora me siento liberada".
Me examinó y, al ver que en serio estaba bien, soltó un suspiro de alivio. "¡Qué alegría! Así que ahora volverás a la Manada Plenilunio a convertirte en alfa, ¿cierto?", preguntó emocionada.
Asentí con la cabeza y dije: "Sí, pero antes debo volver a la Manada Garra Roja".
Noté su expresión desencajada. "¿Por qué? ¿Aún no has superado a Ernesto a pesar de que ya no son compañeros?"
Volví a reírme y le di un golpecito en la frente. "¿Qué tienes en la cabeza? Jamás me enamoraría de alguien que no fuera mi pareja, y menos de un c*brón como él".
"¿Entonces por qué volverás allí?", se quejó. Era obvio que no quería que tuviera contacto con él y su manada.
Mis labios se curvaron en una sonrisa maliciosa. "¿Recuerdas el regalo del que te conté que les había preparado?"
Sus ojos brillaron, me agarró del brazo y me sacudió, actuando como una niña mimada. "¡Cuéntame sobre el regalo! Soy tu mejor amiga; al menos deberías darme una pista al respecto".
Me incliné hacia ella y le susurré algo al oído.
Sus ojos se abrieron de par en par al enterarse en qué consistía mi regalo, y exclamó con alegría: "¡Ah, no puedo creer que ese sea tu regalo! Me gustaría saber cómo reaccionarán cuando se lo des".
"Bueno... Primero tengo que ir y entregarlo para que veamos sus reacciones, ¿no?", le guiñó un ojo.
"De acuerdo. ¿Quieres que te acompañe?", preguntó mientras daba saltos de emoción.
"No. Lo haré yo misma", le sonreí. "Te veo luego".
"Alia, ¡eres la mejor! ¡De seguro Ernesto se arrepentirá de haberle creído a esa p*rra de Maia!", dijo riendo.
"Eso espero", le volví a guiñar un ojo, entré al auto y conduje hasta la Manada Garra Roja.
Al llegar, vi a Hugo, la beta de mi expareja.
Me miró con desagrado y dijo burlón: "¿Por qué sigues aquí? Debes estar arrepentida de haber roto el vínculo de pareja y de haberte divorciado de él, ¿cierto? ¿Estás aquí para rogarle? Te aseguro que no aceptará a alguien tan despiadada como tú, y la Manada Garra Roja nunca te querrá como su luna".
Sus palabras me causaron gracia y no podía evitar reírme a carcajadas. "¿Todos los miembros de esta manada son est*pidos?"
"Doctor, por favor, solo dígalo", le supliqué.
"Ah... El aborto que tuviste hace poco...", dejó de hablar y me miró con lástima.
"¿Qué hay con eso? Dígamelo. ¿Qué ocurre?", empecé a inquietarme y mi voz subió de tono.
"Como consecuencia de tu aborto, ya no tienes la posibilidad de un futuro embarazo".
Las palabras del doctor fueron como un puñal clavado en mi corazón.
"¡No, no, no puede ser cierto!", negué con la cabeza como una loca.
"¡Está mintiendo! ¡Tiene que haber un error en el resultado! ¡No puede estar bien! Necesito quedarme embarazada de Ernesto", estaba histérica y no me importaban las cosas que estaba diciendo en ese momento.
"Maia... El resultado es claro. Lo siento", el médico se disculpó y me miró con lástima.
"¡ESTÁ MINTIENDO!", grité histérica. Era imposible. «Me deshice del bebé para poder tener un hijo con Ernesto. ¡Lo que dijo el doctor es falso!»
"¡No le creo! ¡Compruébelo otra vez! ¡No puedo ser infértil! ¡VUELVA A VERIFICARLO!", le gritaba histérica al doctor.
Me jalé el cabello y seguí negando con la cabeza. No me importaba nada en ese momento. Lo único que me preocupaba era tener un bebé con Ernesto, por lo que esto no podía estar pasando. Se suponía que iba a tener mi final feliz con él. «¡NO PUEDE SER!», grité en mi mente.
Agarré los hombros del doctor y sacudí su cuerpo. "¡REVÍSELO OTRA VEZ! ¡VUELVA A HACERLO!"
"Maia...", el doctor estaba a punto de decir algo, pero fue interrumpido por la repentina entrada de alguien.
Los dos miramos a la persona que había entrado y nos dimos cuenta de que Ernesto me miraba con una expresión sombría.
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