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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1299

—Yo solo lo decía porque el colega no es mala persona, y contigo va en serio. Por eso quise ver si ustedes podían intentar algo —comentó Frida, mirando a Amelia con una mezcla de compasión y preocupación—. Tampoco es que quiera forzarlos a estar juntos, solo que te veo siempre cargando con lo de Dorian, te hace daño y no tiene fin. A lo mejor si empiezas algo nuevo, podrías dejarlo atrás.

Amelia le dirigió la mirada, apretando los labios en una mueca resignada.

—¿Tú crees que es tan fácil fijarse en otra persona? Si fuera así, ¿por qué no lo hice en la universidad, o cuando estudiábamos la maestría? Si con Rafael fuera posible, ya habría pasado, lo conozco de hace años, fuimos compañeros, colegas, hasta hemos trabajado juntos. Si de verdad me fuera a gustar, habría pasado desde hace mucho.

Frida levantó las cejas, insistiendo con suavidad:

—Es que antes Dorian siempre se metía en medio. Ahora ya no hay nada que te detenga, a lo mejor así podrías ver lo bueno en alguien más.

Quizá influenciada porque en estos meses en Maristela Rafael la había apoyado mucho, Frida guardaba una imagen muy positiva de él.

Cuando Frida se marchó sola de Arbolada, fue en el aeropuerto donde coincidió con Rafael. Ella estaba deshecha por los líos familiares y lo de Yael, tanto que se le quebró el ánimo y terminó llorando a mares. Rafael no la atosigó con preguntas, solo le ofreció su ayuda. Aunque ella intentó rechazarlo, él de todos modos le consiguió un lugar donde quedarse en Maristela y hasta le echó la mano para rentar el departamento y buscar trabajo. Jamás se lo restregó en la cara, ni le pidió que hablara bien de él con Amelia.

Es más, Rafael nunca mencionó a Amelia, simplemente la ayudó por el cariño de los viejos tiempos como colegas, respetó sus decisiones y nunca delató su paradero.

Por todo esto, Frida sentía una enorme gratitud por Rafael y valoraba mucho su manera de ser. Siempre fue atento y considerado, algo que ya había notado desde los tiempos en Zúrich. Y, sobre todo, lo que más apreciaba Frida era que Rafael de verdad estaba enamorado de Amelia. En su opinión, Rafael era mucho mejor opción que Dorian, que siempre parecía distante y fuera de alcance.

Al principio, Frida pensó que después de todo lo que pasó Amelia, Dorian había cambiado. Cuando Amelia perdió la memoria, él bajó la guardia y le mostró una faceta más tierna, pero en cuanto ella recuperó los recuerdos, él volvió a ser el mismo de siempre.

Frida suspiró por dentro, pero antes de decir algo más, Amelia la interrumpió.

—No es por Dorian ni por nadie más. El problema soy yo —dijo Amelia, mirándola de frente—. Además, si ni siquiera en un matrimonio de años hubo amor, ahora que tengo una hija, ¿cómo voy a creer que pueda surgir algo verdadero con alguien? No quiero arriesgarme, ni traerle a Serena a alguien que después le cause daño. Así que no insistas, por favor.

Frida asintió, entendiendo el límite.

—Está bien, ya entendí. Pero si tienes algo que te pese, no te lo guardes. Si te duele, platícalo conmigo, ¿sí?

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