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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1327

—Todo es tu culpa —Frida no pudo evitar darle un golpe ligero en el brazo—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué sales a defender tanto a tu querido Sr. Ferrer? ¿Acaso no te preocupa lo que siente nuestra Meli?

—Tampoco es cosa de quedarse estancada en el pasado para siempre, ¿no crees? —Yael reviró tratando de justificarse—. Sí, antes el Sr. Ferrer la hizo pasar por mucho, lo reconozco. Pero él ya se dio cuenta de sus errores, ahora está haciendo todo por ella. ¿Por qué no pueden estar juntos de una buena vez...?

No terminó la frase, porque al levantar la vista vio a Amelia salir de la casa. El rubor de incomodidad se le subió hasta las orejas.

Amelia, como si no hubiera escuchado nada, solo asintió con cortesía para saludar y pasó a su lado rumbo al lavamanos que tenían afuera, donde empezó a lavarse las manos.

Yael, sintiendo el ardor de la vergüenza, se dio una palmada en la mejilla.

Frida, molesta, le soltó un empujón antes de ir tras Amelia.

—Meli... —la llamó con cierta timidez.

Amelia cerró la llave y volteó a verla.

Su expresión ya no mostraba ni enojo ni tristeza.

—Lo de la comida, perdón —Frida bajó la voz, con el ceño arrugado y aire de arrepentimiento—. No pensé en cómo te sentirías, pero de verdad quiero que seas feliz.

—Lo sé —respondió Amelia con voz suave—. No debí enojarme contigo.

—No, tenías toda la razón en molestarte conmigo —Frida negó de inmediato—. No debí organizar esa comida entre tú y Rafael sin preguntarte cómo te sentías. Es que yo... —hizo una pausa, tragándose un nombre que no quería mencionar—. Vi algo en el celular que me sacó de mis casillas y pensé que no deberías seguir atada al pasado. Que mereces mirar hacia adelante, conocer a alguien que valga la pena, vivir una relación bonita. No puedes quedarte toda la vida colgada de un solo árbol, por eso quise darte la oportunidad, por si acaso...

Ambos se miraron, dudando si debían ir tras ella.

Frida y Amelia llevaban años siendo amigas, y quizá por el enojo de Amelia ese día, y la culpa que sentía Frida, ahora se sentía una distancia rara entre ellas, como si fueran desconocidas.

Después de más de una década de amistad, era la primera vez que veía a Amelia tan molesta, y Frida no tenía idea de cómo arreglarlo.

Suspirando con el peso de la incertidumbre, Frida giró a ver a Yael.

—¿Y ahora qué hacemos? —le preguntó en voz baja.

—Si ni tú, que eres su mejor amiga, sabes qué hacer, y el Sr. Ferrer tampoco puede con esto, ¿cómo quieres que yo tenga una respuesta? —Yael también soltó un suspiro.

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