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Mi Frío Exmarido (Amelia y Dorian) romance Capítulo 1335

Frida lo decía sin rodeos: no quería permitir que Dorian disfrutara tan tranquilo de una relación y un matrimonio felices.

Tampoco quería que Amelia terminara atada a Dorian por el resto de su vida.

—Deberías salir a buscar el amor con alegría. Tarde o temprano vas a conocer a alguien que te mire con todo el corazón, que te tenga en la palma de su mano y te quiera de verdad. Así sí vale la pena vivir.

Frida remató su comentario con un suspiro, de esos que cargan más anhelos que palabras. Ella sí deseaba, desde lo más profundo, que Amelia pudiera encontrarse con un buen tipo, uno que la amara tanto como ella lo amara, que la viera como el centro de su mundo.

Lo que Frida no sabía, era que esas palabras, aun con la mejor de las intenciones, le calaban a Amelia como una espina. No podía evitar que su mente se llenara de los recuerdos con Dorian, de todo lo que había intentado y jamás pudo tener.

Aun así, Amelia se guardó ese dolor. No quería que Frida se sintiera culpable o se reprochara por haberlo dicho.

Siempre había sido así: Frida pensaba en ella, la protegía, quería darle lo mejor. Pero, al final de cuentas, eran dos personas diferentes. A veces, lo que Frida deseaba para Amelia no era exactamente lo que ella misma quería. Habían hablado de eso muchas veces, aunque no siempre lograban resolverlo.

Frida era intensa, directa y hasta un poco impulsiva. No soportaba ver a Amelia evadiendo los problemas, así que disfrutaba empujarla a enfrentar las cosas, incluso a veces enfrentaba a los demás en su lugar.

En cambio, Amelia prefería la tranquilidad de no meterse en líos. Si algo no le gustaba, prefería dejarlo ir, soltarlo, no pelear para recuperarlo ni demostrar nada a nadie.

Así que, cuando vio que Frida estaba lista para buscarle otra salida y de paso restregarle en la cara a Dorian que Amelia podía salir adelante, solo le siguió la corriente con una sonrisa:

—Si se da la oportunidad, lo haré.

—Eso espero —asintió Frida, apretándole el hombro cariñosamente con el brazo.

Fue entonces cuando sonó el celular de Frida.

Ella lo tomó, miró la pantalla como si de pronto recordara algo urgente.

—¡Ay, se me olvidó mandarle una propuesta al cliente! —le dijo a Amelia—. Voy a bajar un rato a trabajar, sigan aquí ustedes.

Se levantó de inmediato y, antes de irse, acarició la cabeza de Serena con ternura. Después bajó para atender el asunto pendiente.

Marta también se puso de pie, anunciando que bajaría a limpiar un poco la casa.

De pronto, la azotea quedó en silencio, solo con Amelia y Serena.

Serena se había sentado en la colchoneta, y enseguida se acurrucó en el regazo de Amelia. La rodeó con sus bracitos delgados, abrazándola del cuello y repitiendo bajito “mamá, mamá”, mientras jugaba con los mechones de su cabello entre los dedos.

Capítulo 1335 1

Capítulo 1335 2

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