"Te envié 2000 dólares, considéralo como si fuera la ayuda de Meli para tus gastos. Regresa a casa y descansa bien, no sigas trabajando tanto," dijo Frida. "Si tienes algún problema económico, dímelo; no te desgastes así."
Para cuando Frida terminó de hablar, ya le había devuelto el celular a Fausto.
Pero Fausto, como si le hubieran pasado un objeto extremadamente caliente, no quería tomarlo, empujándolo de vuelta mientras le decía a Frida: "No puedo aceptar este dinero, por favor tómalo de vuelta. Dorian ya me dio una buena cantidad antes, tengo suficiente para vivir tranquilamente. No trabajo por necesidad, sino que me siento sofocado en casa y quería hacer algo para despejarme. Por favor, retoma tu dinero."
Frida lo miró sorprendida: "¿Dorian te dio dinero?"
Fausto asintió rápidamente: "Sí, Dorian ya me ayudó bastante. Realmente no necesito el dinero, tómalo de vuelta, por favor."
"No te preocupes, quédatelo y cómprate algo nutritivo," dijo Frida, insistiendo en devolverle el celular. "En principio, debería contarle esto a Meli, pero no quiero preocuparla. Mejor dejar las cosas como están. No vaya a ser que tu esposa e hijo aparezcan y te encuentres en medio de un lío, y al final sea Meli quien tenga que resolver todo. Mejor que ella piense que no nos conocemos."
Fausto suspiró y no dijo más.
"Mejor vuelve a casa," insistió Frida, mirando preocupada hacia la ventana. "Si Meli sale y nos ve, con lo perspicaz que es, seguro se dará cuenta."
Fausto pareció vacilar, y lanzó una mirada hacia dentro, hacia Amelia. Ella acababa de colgar el teléfono con Marta y, al ver que Frida aún no había vuelto, miró hacia la puerta, cruzándose de repente con la mirada furtiva de Fausto. Él, como si hubiera sido picado, rápidamente desvió la mirada. Amelia frunció el ceño, confundida, y se levantó para acercarse a la puerta.
En el exterior, Fausto, nervioso, le devolvió el celular a Frida, apresurándose a decirle: "Ese dinero, por favor tómalo de vuelta, tengo que irme." Dicho esto, se giró y se alejó de forma precipitada.

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