Helen por fin se sintió un poco más segura.
«Mi plan funcionó a la perfección y pude entrar sin siquiera hacerlo a escondidas»
—Es la primera vez que vengo a un lugar así y no conozco a nadie. ¿Puedo quedarme contigo, Elías?
Helen sabía que el lugar más llamativo era estando a un lado de Elías, lo cual la convertiría en su acompañante. Ella quería quedarse a su lado para que otras mujeres no tuvieran oportunidad con él. Elías sabía que Helen había crecido en una familia bastante ordinaria y sabía que no estaba familiarizada con esos lugares.
—Bien. Trae una bebida y puedes quedarte conmigo —dijo Elías mientras asentía.
—¡De acuerdo! —dijo Helen antes de retirarse con alegría. Luego, observó su alrededor en busca de Anastasia, pero no pudo encontrarla porque había muchos invitados.
Mientras tanto, Anastasia estaba sentada a un lado de una ventana cerca de la zona de comida. En ese momento, uno de los invitados que parecía de unos 30 años se acercó a ella y se sentó a su lado.
—Hola. No tengo donde sentarme, así que, ¿puedo sentarme aquí?
—¡Claro! —dijo Anastasia con una sonrisa mientras levantaba la mirada. Los ojos del hombre se iluminaron al verla sonreír; él había notado su maravillosa figura desde antes y se dio cuenta de que era una chica linda. El corazón del hombre comenzó a latir fuerte al darse cuenta de lo que quería hacer; él quería conocerla e ir detrás de ella.
—Mi nombre es Samuel Soto. ¿Cuál es su nombre?
—Me llamo Anastasia Torres —respondió Anastasia.
—Es un nombre muy bello, señorita Torres. ¿Está sola? —preguntó Samuel.
—Sí. Vine con un amigo, pero está ocupado y me quedé sola —respondió Anastasia.
—Vaya coincidencia. Yo soy el gerente general de la empresa First World y estoy involucrado en el negocio de transacción de activos.
Samuel le entregó a Anastasia su tarjeta de presentación mientras hablaba. Tomando en cuenta su edad, él era un hombre exitoso y Anastasia lo miró con sorpresa después de escuchar lo que había dicho.
—¡Eso es muy impresionante! Ya es gerente general a una edad tan temprana.
—Qué amable es. ¿Usted qué hace, señorita Torres?
—Soy diseñadora de joyas —respondió Anastasia.
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