La expresión del hombre se apagó mientras que sus labios se retorcieron un poco.
—No —respondió.
Anastasia resopló al escuchar eso y dijo:
—Me temo que alguien tan simple y normal como yo nunca podrá conversar con alguien tan engreído como tú.
Luego de decir eso, Anastasia tomó su bolso y se retiró. Al mismo tiempo, Helen se estaba acercando con algunos platos de comida. Cuando vio a Anastasia caminado hacia su dirección, Helen se inclinó hacia ella apropósito para que chocara contra su hombro. Después, Anastasia comenzó a actuar; arrojó su plato hacia el suelo mientras se tambaleaba y se agarraba de la mesa a su lado.
—Ay... —se quejó Helen de forma débil.
Al principio, Elías estaba de espaldas a ellas, pero se giró de inmediato al escuchar el sonido del vidrio rompiéndose. Cuando se giró, vio a Helen agarrándose de una silla, Anastasia mirando hacia atrás mientras resoplaba y el vidrio roto por todo el piso. Anastasia no se molestó en echar otro vistazo a la situación y solo se retiró. Helen se agachó de inmediato para recoger los pedazos de vidrio roto, pero Elías la detuvo.
—¡No lo recojas! Te puedes cortar. Que los criados lo hagan.
Helena lo había hecho apropósito; ella sabía que Elías no la dejaría levantar los pedazos de vidrio roto sin decir nada.
—Qué desperdicio —dijo Helen mientras ponía una expresión triste y se frotaba el hombro.
—¿Te lastimó? —preguntó Elías con preocupación.
—No es su culpa. No la culpo de nada.
Helen se mordió el labio como si estuviera forzándose a aguantar todo lo malo que le habían hecho. Eso daría la impresión de que Anastasia era grosera y desafiante. Al escuchar eso, una expresión de conflicto apareció en el rostro de Elías. Por alguna razón, él se sintió exasperado por el comportamiento de Anastasia; no quería que fuera una persona tan grosera. Por otro lado, Anastasia sabía bien que Helen estaba fingiendo, pero no quería hacer nada al respecto.
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