En el camino, Miguel recibió una llamada de su abuela. Sin embargo, ya que él había acordado acompañar a Anastasia y a su hijo a almorzar, decidió que sólo volvería a la residencia Palomares para cenar en la noche. En el restaurante, Miguel habló de sus planes de volver al país. Esta vez lo había hecho para heredar el negocio familiar.
―¿Qué es lo que hace tu familia exactamente? ¿Puedes decirme en específico? ―preguntó una Anastasia, curiosa.
Miguel le dio una sonrisa misteriosa; deliberadamente, había ocultado el historial de su familia en el extranjero, ella sólo lo había conocido como un gerente de hotel ordinario. En este momento, ya no quería ocultar la verdad, así que señaló al hotel más lujoso afuera de la ventana y dijo:
―Eso pertenece a mi familia.
Anastasia se giró para mirar por la ventana. Era un lujoso hotel de 7 estrellas, sin embargo, ¿resultó ser propiedad de su familia?
―Mi familia tiene negocios en 36 países por todo el mundo. El hotel en donde hice mis prácticas en el extranjero también pertenece a mi familia. Anastasia, lo siento. No pretendía ocultártelo. ―Se disculpó.
Ella sonrió y dijo:
―Está bien. No me esperaba que fueras el joven de una familia adinerada.
―No digas eso. Para ti, sigo siendo yo; nada ha cambiado ―explicó con rapidez.
Anastasia se encogió de hombros y comentó:
—¡También tengo suerte de ser tu amiga! ¡Puedo decir con orgullo al mundo exterior que soy amiga tuya!
Miguel la miró con una sonrisa irónica. ¿Por qué sólo quiere ser su amiga? Él quería tener una relación más íntima con ella. Sin embargo, no tenía prisa y podía esperar.
En la tarde, acompañó a Alejandro a comprar ropa y juguetes. Si Anastasia no lo hubiera detenido, el probablemente hubiera movido la tienda de Legos completa a casa para Alejandro. Ella sabía que era adinerado, pero él no podía consentir a su hijo mucho porque tenía miedo de que Alejandro se convertiría en un niño mimado. El pequeñín estaba muy contento hoy porque había recibido muchos regalos, los cuales eran sus favoritos. Fue a su cuarto para abrir sus regalos en el apartamento de Anastasia. Después, le sirvió un vaso de agua a Miguel y le preguntó con curiosidad:
―Miguel, ¿conoces a Elías?
Casi se ahoga con el agua cuando escuchó eso, después rápidamente cubrió sus finos labios y tosió.
―Anastasia, no estás enamorada de él, ¿verdad?
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