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Mi marido desecho romance Capítulo 2

Sylvia se sintió incómoda una vez más al verlo sonreír así, pues habían sido muchas las veces que se enojó con él. Ella le había hecho pasar muchos malos ratos, como: limpiar el baño, limpiar el suelo con un trapo, incluso prefirió dejar que los coches se empolvaran antes que dejarlo conducir. Pero a pesar de eso, hasta ahora Henry ni siquiera se había quejado, ni se atrevía a fumar.

En varias ocasiones, intencionalmente salió temprano del trabajo tratando de descubrir algún problema para poder echarlo de la casa de su familia, pero se decepcionó al ver que el muchacho nunca hacía nada malo, o al menos algo que pudiera tomar como excusa para sacarlo de su vida.

De repente se le ocurrió una idea al ver esa expresión de admiración en el rostro de Henry.

"Bueno, ya que aceptas las cosas como suceden sin decir nada, ¡que así sea!"

Pensando en esto, Sylvia se apoyó en el sofá. "Estoy cansada. Ve a buscar un recipiente con agua para lavarme los pies", le dijo a Henry manteniéndose inexpresiva.

"¡Está bien!" Henry corrió al baño sin dudarlo y pronto le trajo a Sylvia un recipiente con agua templada.

"Presidenta Lin, aquí está el agua". Henry Zhang se puso en cuclillas frente a las esbeltas piernas de Sylvia y dejó el recipiente en el suelo.

Sylvia se quitó los tacones y levantó sus delicados pies frente a él.

"Lávalos", dijo en tono despectivo.

"¿Que yo los lave por ti?" Henry miró esos lindos pies que tenía en frente y quedó aturdido durante unos segundos.

Al ver su expresión, Sylvia resopló ligeramente. "¿No? ¡Si no quieres, entonces esfúmate!"

"¡No. Descuida, lo haré!" Henry asintió enérgicamente sonriendo con emoción. Parecía que el esfuerzo que había hecho durante ese mes, estaba dando frutos. Esa fue la primera vez que pudo tocar el cuerpo de su esposa, solo porque ella se lo había pedido.

Al ver ese cambio de expresiones en su rostro, Sylvia se dio cuenta de que él podía hacer cualquier cosa por dinero. Según un viejo refrán, “La ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles. Por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse”. Ella sentía que Henry era este tipo de persona, y consideraba que un hombre así, debía ser severamente humillado.

"Entonces date prisa", dijo levantando los pies como si le estuviera dando órdenes a un sirviente.

Henry tiró cuidadosamente de sus suaves y finas medias negras de seda, las cuales se deslizaron fácilmente hasta sus rodillas desprendiendo un delicado aroma.

Instantes después, cuando terminó de retirarle las medias, unas delicadas piernas aparecieron ante sus ojos. Al verlas, sintió como si se tratara de una obra de arte hecha en el mismo cielo. Nada se podía comparar a esto, incluso la persona más exigente no podría hallarle ni el más mínimo defecto.

Sylvia se apoyó en el sofá. Podía sentir claramente un par de manos ásperas frotar sus pies, pero también sentía que estas le brindaban una sensación de relajación y comodidad.

Henry aún permanecía delante de ella masajeando sus pies. Nunca pensó que un hombre pudiera caer tan bajo solo por dinero. Definitivamente era asqueroso.

Capítulo 2 1

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