Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1034

Justo en ese momento, Ana salió.

Ana, que estaba a punto de salir, se sorprendió al ver a Patricia.

Patricia tampoco esperaba que, después de conducir hasta allí y justo cuando estaba recuperándose del shock y quería irse, vería a Ana.

Se quedó sentada en el coche, mirando fijamente a Ana.

Por un momento, el sentimiento de opresión que tenía en el pecho se intensificó aún más.

—Solo estaba pasando en coche —dijo frunciendo el ceño.

¿Pasando en coche? Ana no desenmascaró a Patricia, solo emitió un leve "oh".

Al ver la actitud evasiva de Ana, Patricia no pudo contener su ira.

—¿Sabes lo vergonzoso y repugnante que es acosar a alguien que no te ama? —Patricia preguntó con voz fría.

Ana miró fríamente a Patricia. —¿Sabes cuán inmoral es seducir repetidamente a un hombre casado? Aléjate si no es nada, mientras yo sea la esposa de Alejandro, más te vale mantenerte lo más lejos posible de mí. De lo contrario, no podré evitar convocar una rueda de prensa y mostrar el certificado de matrimonio.

—¡No te atrevas! —Patricia cambió de color instantáneamente.

Si Ana realmente mostrara el certificado de matrimonio, ¿cómo podría Patricia enfrentar a alguien en ciudad A?

Anteriormente, había comprado dos objetos malignos en una subasta, causando problemas a la familia Jiménez, y su abuelo ya estaba insatisfecho con ella, los demás también mostraban una actitud mucho menos favorable hacia ella que antes. Su padre, que tenía quemaduras graves, también la resentía.

Si Alejandro la abandonaba, realmente no tendría ningún estatus en la familia Jiménez en el futuro.

Sus primas, mucho menos capaces que ella, aprovecharían para pisarla y elevar su propio estatus.

Al pensar en estas consecuencias, agarró con fuerza el volante.

—Entonces, veamos si me atrevo o no —dijo Ana con una sonrisa que no era tal.

Si Patricia no la hubiera provocado repetidamente, realmente no querría conflictos con ella.

Ella quería saber la postura de Alejandro.

Llevaba en las manos una gran bolsa de compras.

Después de que Alejandro tomó las bolsas de sus manos, ella finalmente se dio cuenta. —¿Ya volviste?

Alejandro asintió con un "hm". —Llegué hace una hora.

—Oh... ¿Ya comiste? —Ana, sin saber bien qué decir, preguntó por cortesía.

Después de haber ido al Registro Civil, el modo en que se trataban parecía haber vuelto al distante como en sus inicios.

Alejandro la miró. —No he comido, ¿podrías prepararme algo?

Por alguna razón, a Ana le pareció que él se veía algo afligido.

¿El presidente del Grupo García, afligido porque no ha cenado?

Ana pensó que quizás estaba leyendo demasiado en ello.