Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 1040

Ana pensaba que, de todos modos, iban a divorciarse, así que, ¿qué importaba que Alejandro lo supiera?

Entonces, decidió admitirlo.

—Yo...

Justo cuando estaba a punto de continuar, de repente sonó el timbre con urgencia.

Alejandro frunció el ceño, molesto.

¿Quién podría ser a esta hora tan inoportuna?

—Voy a ver.

Ana suspiró aliviada y bajó rápidamente las escaleras.

Al llegar al monitor de la puerta, vio quién había tocado el timbre.

Cuando reconoció a Patricia, frunció el ceño y, sin decir más, abrió la puerta y salió.

Al verla, Patricia pareció decepcionada; era evidente que esperaba encontrarse con otra persona.

Presentándose allí en medio de la noche y tocando el timbre insistentemente, Patricia debía tener una buena razón.

—¿Qué quieres? —preguntó Ana directamente.

Patricia respondió: —Necesito ver a Alejandro. Hablar contigo no tiene sentido. Si estoy aquí a esta hora, es porque tengo algo muy importante que decirle. ¿Está? Llévame con él.

Ana llamó directamente a Alejandro.

Él respondió rápidamente.

—¿Quién está afuera? —preguntó.

—Es la señorita Patricia. Dice que tiene algo muy importante que decirte.

Alejandro guardó silencio por unos segundos.

Mientras él permanecía en silencio, Ana tampoco habló al otro lado del teléfono. Patricia, entretanto, contuvo la respiración, visiblemente nerviosa.

Ana notó la tensión en Patricia y no pudo evitar sentirse desconcertada. Considerando la relación ambigua entre Patricia y Alejandro, ¿no debería ella estar segura de que él la recibiría?

Al verlo, Ana lo miró y luego se dirigió directamente hacia las escaleras.

Pero justo cuando puso el pie en el primer escalón, Alejandro dijo de repente: —Espera.

Patricia miró de inmediato a Alejandro y dijo: —Alejito, lo que voy a decirte a continuación puede que no sea adecuado para que otros lo sepan.

Patricia realmente despreciaba a Ana.

Por suerte, Ana tenía sentido del tacto; sabiendo que Patricia quería hablar con Alejandro, continuó subiendo las escaleras para dejarlos solos.

Pero Alejandro la detuvo de repente.

Cada vez se volvía más incomprensible para Ana.

—¿Hay algo más? —le preguntó.

¿Acaso no había oído que Patricia no quería que ella se quedara e interrumpiera su momento a solas?

—Ana es mi esposa, no una extraña. Puede saber todo lo que me concierne —Esta frase de Alejandro fue claramente dirigida a Patricia.